CALLE PORVERA

Las pesetas y su isla

Alguien dijo una vez que Jerez era una isla a la que no le afectaba lo que ocurriera en el resto del país. Y, entre risas, a veces pienso que tenía hasta un poco de razón. Si tenemos en cuenta la vida política de esta nuestra localidad, esta frase es más que apropiada porque no me dirán ustedes que lo que ha ocurrido aquí en todos estos años -y lo que sucede aún- no es para echarle de comer aparte, como decimos por aquí.

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Además de ello, hay determinados negocios en la ciudad que hacen que ésta sea un islote. Y es que establecimientos como Platerías Taxco, donde aún se recoge la peseta ya no son nada fáciles de encontrar. La rubia sobrevive pese al paso del tiempo en muchos hogares. Perdida, olvidada o escondida bajo alguna losa de una vieja casa de vecinos, espera a que alguien la encuentre y sepa como darle un último adiós.

Hablar de la peseta es recordar otros tiempos en los que el chicle costaba un duro y la bolsa de pipas -ésa que a mí y a Claudia nos encantaba comernos junto al quiosco de Ángel, en La Liberación- no llegaba ni a 10 pesetas. Por aquellos años, la lotería de Navidad se cantaba en millones de pesetas -era más bonito- y tener 20.000 duros era todo un lujo que se gastaba, si uno ahorraba bien, en varias semanas. Las camisetas de tiendas como Zara costaban 1.000 pelas y los pantalones unas 3.500 pesetas. Pero eso se acabó, y en 2000, cuando llegó el joven euro los precios se fueron por las nubes. Y 120 euros empezaron a volar como si tuvieran vida propia de nuestros bolsillos.

Por ello, ver lugares donde aún se puede pagar con pesetas ha despertado en mí la nostalgia, y aunque sé que el cambio de moneda era necesario, me alegro de que haya islas para estos pequeños pedazos de la historia.