Opinion

Entre dos mujeres

Un parecido con Jane Fonda, pero en afroamericana? A algunos entusiastas, Michelle Obama les recordó la inolvidable activista y actriz, pero como decía un castizo ayer en Madrid, «en negra/negra».

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Su real debut político de dimensión nacional en la Convención demócrata de Denver fue todo un éxito, de creer a la mayoría de observadores y comentaristas. Ser la esposa del eventual presidente de los Estados Unidos y madre de sus hijos no es cosa baladí y como, también eventual, primera dama su rol no será pequeño.

La gran función del partido se abrió bien, adobado, además, con la presencia de Edward Kennedy, que galvanizó al respetable y acuñó un slogan de pegada: «Obama será el principio del fin de la vieja política».

La apertura, cosa de mujeres. Porque en la jornada siguiente la estrella fue Hillary Clinton, que estuvo a la altura del arreglo al que visiblemente llegó con el equipo de Obama hace semanas: entregarle los cerca de 2.000 superdelegados que votaron por ella y recusar la interesada versión de John McCain, quien sostiene que ha sido una injusticia que ella no fuera la candidata demócrata.

En el fondo, el republicano está encantado, porque está probado que una parte no desdeñable de quienes dieron su voto a Clinton en las primarias dicen no estar seguros de votar demócrata y deberán decidir entre la abstención y McCain.

Así pues, Hillary tenía un papel difícil que cumplir y lo cumplió filtrando que daba su completo apoyo a Obama, le entregaba sus compromisarios y se ponía a su disposición para hacer campaña allí donde se le indicara.

Dos mujeres han interpretado a la perfección sus papeles y lo han hecho según un guión estricto, pero con solvencia táctica y como buenas profesionales. Nadie sabe si Cindy, la millonaria esposa de McCain, dirá algo en la convención republicana de Minneapolis.