EXULTANTES. Sergi Enrique y Freixa celebran la victoria. / AFP
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Una medalla fraguada por la improvisación

Freixa ignora a los técnicos y cambia el último penalti córner para ganar a Australia y llevar a España a la final

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Resulta que el hombre puede engañar a la máquina. Cuanto menos tiene la capacidad de improvisación, algo de lo que carece el ordenador. Está el hockey robotizado, con numerosas innovaciones técnicas puestas en práctica para sacar beneficio. Funcionan estos experimentos en la mayoría de los casos, por no decir casi siempre, pero más efectivo es el talento del jugador en cuestión. Y ayer lo evidenció Santi Freixa, quien tomó la sabia decisión de cambiar la trayectoria del sexto penalti córner ignorando las recomendaciones de los técnicos, que se habían machacado a estudiar la defensa australiana. Gol a falta de menos de tres minutos y España a la final, asegurándose la cuarta medalla de la historia para este deporte con denominación de origen catalana.

La final llegó por casta, por corazón, por creencia. Jamás abandonó España pese a verse dos goles por debajo de la gran Australia, la número uno de este deporte. No merecía ese castigo la selección, superior desde principio a fin. Sólo dos errores, dos despistes aislados -uno a los 30 segundos-, permitieron a los oceánicos tomar la delantera. Pero este equipo nunca muere, lleva el sello de Maurits Hendriks, ganador nato.

Se hartó España de buscar el camino. No lo hallaba en la estrategia, desbaratada siempre por un portero de nombre Dwyer que lo despejaba todo. En jugada, más de lo mismo. Hasta que emergió Edi Tubau, algo menos Tubau en la fase de grupos -cero goles hasta ayer- y el mismo Tubau de siempre en el partido decisivo. Niveló el encuentro con dos golazos, el primero de ellos simplemente soberbio, y reivindicó su protagonismo en este equipo, que necesita de la magia de sus delanteros.

Australia se asustó, jamás pensó en una reacción hispana tan furiosa. Malo, pues este equipo siempre da la cara. Quedó tan noqueada con el empate que su hockey pareció menor, más propio de un equipo de segunda fila que de esta superpotencia. Y España vio ese agujerito para hurgar en la herida, tanto que acabó matando a su rival de la forma más cruel. Casi sin tiempo para reaccionar, y con Pol Amat lesionado en uno de sus tobillos -su presencia en la final es una incógnita-, la selección se encontró con un penalti córner bendito. Falló en el primer intento por culpa de un 'kamikaze' que no le importó jugarse la pierna para evitar el tanto. Fue sancionado y, esta vez sí, Freixa acertó.

Bendita desobediencia

Hendriks había dado una consigna clara en la media parte. «Hay que tirar por estas zonas», exigió, basándose en las imágenes capturadas a tiempo real por sus ayudantes. Por la derecha tenía que ir el disparo de Santi Freixa, pero cambió sin avisar. «A este portero le había marcado tres goles en el 'Trophy' y sabía que era muy débil si le tiraba a mi izquierda y por abajo. Me he acordado a última hora. He amagado lanzar por la derecha y gol. Estos penaltis no son espectaculares, pero entran. Fuertes, entre palos y por el suelo nunca se van», argumentó Freixa.

El rival en la final será Alemania, que ya se cruzó en la primera fase con España (1-0 para los germanos). Ayer derrotó en la otra semifinal a Holanda en los 'strokes' después de empatar a un gol.