NOSTALGIA. Las familias de los pescadores frecuentan la zona.
SAN FERNANDO

Mujeres en la orilla

Las esposas de los pescadores han dejado de salir a faenar porque cada persona en el barco es un gasto más

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Son muchas las anécdotas que cuentan las mujeres de los pescadores entre sonrisas nostálgicas. La mayoría ha salido a faenar cuando la economía familiar necesitó otras dos manos. También son hijas de pescadores y el oficio lo llevan en la sangre pero la normativa vigente les impide salir ahora con ellos «porque supone más el gasto que lo que traemos» y se conforman esperándolos en la orilla de la playa. También antes salían a mariscar o vendían el pescado por las calles.

Duro trabajo

«Es un trabajo muy duro. Los día de temporal se te saltan las lágrimas al verles la cara porque vienen con las manos vacías», explicó Manuela. Su marido es conocido como El Titi y el barco en el que sale a pescar es La Inmaculada, uno de los más grandes y similar al que llevaba su abuelo. Ahora disfrutan del verano en la Casería y ayudan a sus maridos en lo que la ley les permite. «Hay que llegar a fin de mes y todos vivimos del pescado», explica María del Mar, que está inscrita en una de las embarcaciones. «Sólo tenemos las redes y los barcos. Esperemos que nos ayuden como a los de los clubes náuticos».