PAN Y CIRCO

Amigos para siempre

A migos para siempre era una canción del grupo Los Manolos que se popularizó a principios de la década de los 90. Aprovechando el tirón y el titulito de la pieza, se convirtió en una especie de himno en Barcelona 92. ¿Quién no se acuerda de aquella ceremonia de apertura en la que todo el mundo se la sabía, mientras la infanta Elena lloraba de alegría y emoción viendo a su hermano Felipe desfilar como abanderado?

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Dieciséis años después muchas cosas han cambiado desde aquellos Juegos que precisamente se concibieron para dar un giro a la dinámica más que mediocre en la que había entrado nuestro deporte. Tras casi dos décadas, algunos andaban empeñados en que repitiéramos las 22 medallas conseguidas en aquellas Olimpiadas y, de momento, sólo podemos disfrutar de uno de los dos patitos.

Sin embargo hay cosas de ese espíritu que aún permanecen indemnes y que tienen que ver con aquella canción de Los Manolos. La primera presea lograda por los nuestros sirvió para evidenciarlo. En este caso, uno de los favoritos, Alejandro Valverde, se vio obligado a regular para no perjudicar al compañero y amigo Samuel Sánchez, que finalmente se alzó con el oro. Fue un triunfo colectivo, porque incluso en la línea de meta, el ganador de Giro y Tour Alberto Contador no cabía de gozo.

Pero el exponente más cercano e impactante fue el que se produjo en la final del 4x100 metros libres. Phelps, que había nadado en la primera posta, dependía de su compañero Jason Lezak, para colgarse un nuevo oro y seguir aumentando su leyenda. Lezak, de 33 años y «harto de perder» como había manifestado en alguna ocasión le hizo a su amigo el favor de su vida. Eso sí, tanto ellos como los otros dos integrantes del cuarteto se apresuraron a decir que lo importante era el equipo. Que así sea por siempre.