Un grupo de ciudadanos de Gori huye ante la llegada de los carros blindados del Ejército ruso. / AP
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Rusia bordea la ruptura de la tregua

Las fuerzas de Moscú no respetan el alto el fuego declarado en Georgia, sitian la ciudad de Gori y sus blindados están a 50 kilómetros de Tiflis

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La guerra no ha terminado. El Ejército ruso controla la ciudad de Gori y durante toda la primera jornada de alto el fuego sus vehículos blindados avanzaron por la carretera que va a Tiflis hasta situarse a escasos cincuenta kilómetros de la capital georgiana. Como una marcha triunfal, los tanques y camiones repletos de soldados sobrepasaron la que hasta ahora había sido la línea del frente en una clara muestra de superioridad ante un Ejército local que desde hace días ha desaparecido de la línea del frente. Después de seis días de guerra en los que los carros blindados merodearon la ciudad más importante al norte del país, ayer finalmente cruzaron la frontera de Osetia del Sur y circularon por una Gori fantasma con la intención de «limpiar los almacenes de armamento abandonados por las fuerzas georgianas», según declararon diferentes soldados consultados.

El grupo en el que el viajaba este enviado especial fue uno de los últimos en abandonar el lugar junto al convoy formado por el personal sanitario evacuado del hospital local y sufrió el ataque directo de un soldado ruso que al percatarse de la presencia de cámaras abrió fuego sin pensárselo dos veces.

Horas más tarde del bloqueo de los accesos por tierra a Gori, una columna de blindados partió rumbo al sur por la carretera E60 y desde algunos vehículos los soldados gritaban «¿A Tiflis!» provocando el pánico entre los desplazados que con sus pertenencias en bolsas de plástico y maletas asistían atónitos a la escena.

Indefensos, miles de ciudadanos siguen saliendo de las cercanías de Osetia del Sur rumbo a la capital en busca de refugio. Los responsables internacionales exigen la apertura inmediata de un corredor humanitario que alivie la situación de las víctimas del conflicto, pero de momento los rusos se niegan a cumplir este punto que también figura en el acuerdo de alto el fuego. «Nos dicen que no se dan las condiciones de seguridad mínimas y que debemos esperar», lamentaba a las puertas del hospital militar de Gori Felipe Riveiro, responsable del Cáucaso de la organización Médicos sin Fronteras, cuyos vehículos permanecían estacionados junto a los de Cruz Roja Internacional y Naciones Unidas a la espera del visto bueno de Moscú. «La población está en situación permanente de pánico y no paran de formarse rumores sobre masacres por parte de paramilitares. El país está en estado de 'shock'», comentaba Riveiro, que espera poder llegar pronto a las zonas más devastadas.

Según la ONU, este conflicto ha provocado más de cien mil desplazados y aunque la ayuda humanitaria está llegando a Georgia, permanece cargada en camiones debido a la inestabilidad en la zona. Con explosiones, disparos y éxodo de civiles, el plan de paz diseñado por la comunidad internacional parece lejos de haber logrado en las primeras horas el resultado buscado. En Tiflis, la situación a lo largo de la jornada fue bien distinta a la vivida en el norte del país.

Ajenos a la aproximación de los rusos, los habitantes de la capital volvieron a abrir sus negocios y las avenidas de la ciudad recuperaron la normalidad perdida a lo largo de una guerra que desde Moscú definieron como «campaña para la imposición de la paz». En las calles, los comentarios contra el presidente Saakhasvili ganan intensidad y muchos ciudadanos han perdido la confianza en este dirigente al que señalan como culpable de haber embarcado al país en una guerra imposible contra Rusia.