DECEPCIÓN. Contador empezó muy bien, pero se desinfló en los últimos kilómetros. / EFE
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Contador se queda a sólo ocho segundos

El madrileño, que estuvo siempre en tiempos de medalla, bajó al cuarto puesto de la 'crono' en el tramo final

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Al rodillo de calentamiento, Fabián Cancellara sube siempre en una burbuja. Invisible. La infla su 'ipod'. Suena en su cerebro la música 'house'. Pum, pum, pum. Machacona. Discoteca. Eso le pone. Afina sus 80 kilos de músculos. Sus dos piernas con formato de viga. El ritmo del suizo tiene esa marcha. Barqueando la cabeza. «'House' en la cabeza y en las piernas», dice. Así arrancó y así entró. Pum, pum. Sólo pendiente de la raya blanca que pisaba. Sin pausa. Martillo pilón junto a la Gran Muralla. Cuando salió de su burbuja, hora y pico después, ya era campeón olímpico. Entonces levantó el brazo. Como si fuera un trámite. Con 33 segundos sobre el inesperado sueco Gustav Larsson y con 1.10 sobre el perfil ovoide del americano Levi Leipheimer. Oro, plata y bronce. El cuarto llegó ocho segundos tarde. Era Alberto Contador, impuntual por una vez. El 'ocho' es el número de la suerte en China. Pero él viene de otro lugar.

«Lo siento por España y por Pinto», dijo. Por su pueblo. Allí extrañó ese retraso. Hasta las palomas se sorprendieron. De chaval, Alberto siempre aparecía a la hora en el parque o el balcón con el alpiste. Tal era su vocación ornitológica. También se dio prisa para debutar en el Tour, en 2005. Y cuando el médico que operó su cavernoma cerebral le dijo que todo se iba a retrasar, que algún día volvería a andar, pero que nada de bicicleta, Contador puso su reloj en hora. Cambió ese destino y cinco meses después ya pedaleaba. Y tres meses más tarde, hasta ganó una etapa en el Tour Down Under. Antes del tiempo marcado por la medicina.

Ayer también empezó con prisa. «Mis opciones de medalla estaban en el tramo de subida». Los 12 primeros kilómetros del circuito. Los otros diez eran de ligero descenso. Terreno para la arquitectura corporal de Cancellara o Larsson (había que dar dos vueltas, 44 kilómetros en total). La salida hacia arriba y el aire espeso de la Muralla confiscaron los pulmones de muchos. Schumacher, Rogers, Menchov y Botero se quedaron allí en dorsales para hacer bulto. Samuel Sánchez, en cambio, rodaba ya hacia su sexto puesto final. Al oro de ruta sumó el diploma olímpico. «Iba en la subida, pero en el plano... Me faltan kilos». Una gran participación para el ovetense, que deja Pekín con un oro olímpico y un diploma que sabe a victoria.

Alas abiertas

Como a Contador, que no pesa. Por el kilómetro 10, casi al final del primer ascenso, pasó con las alas abiertas. El mejor tiempo: Con 18 segundos sobre el pívot Larsson, 29 sobre Cancellara, 31 sobre Leipheimer, 35 sobre Evans y 42 sobre Samuel. Ya no había más nombres en la contrarreloj. Pero sí una autovía en descenso. Contador molía un 54x11; el resto, el 55x11. «Es que no hay más que fijarse en mi musculatura y en la de otros», dijo en la meta. Competía contra tipos que van al ciclismo como al gimnasio. A hacer pesas. En el primer descenso aprovechó el rebufo de Clement, al que había atrapado y al que clavó al repecho siguiente. Pero el podio empezaba a distanciarse. Se alejaba escalón a escalón, como la Gran Muralla.

Primero, en el kilómetro 23, se fugó el oro. Ya colgaba del 'ipod' de Cancellara. Contador, su baile de escalador, aguantaba la segunda plaza. El sueco Gustav Larsson, un ciclista sin historia, de movimientos a cámara lenta, le apartó de ahí en la tercera referencia, la del kilómetro 34. Quedaba el bronce. «No soy un contrarrelojista, pero he progresado». Cierto. Para el bronce estaban en fila los tres que se disputaron el Tour 2007, el de Contador. Esto es, él, más Evans y Leipheimer.

Al madrileño ya no le servía la tirita que dilataba su nariz. Empezó el ahogo. Pez en la arena. Boqueaba. Se levantaba del sillín. Hasta se golpeó dos veces con la rodilla en la tija del manillar. Dolor y sangre. Pero más dolía mirar el reloj. Así entró, con los ojos en el cronómetro que hacía de meta. Casi a tiempo. Sólo ocho segundos tarde. Al poco llegó el sonido que precedía a Cancellara. Pum, pum. Machacón. Con su lista de éxitos a todo volumen: doble campeón del mundo contrarreloj, bronce olímpico en ruta y ayer oro en puntualidad.