VELADORES DE HUMO

Fútbol en el tempul

Paseando por el zoológico se me ha venido a las mientes una metáfora: el Tempul es como Chapín pero mas apacible y bonito; mucho verde, mucha gente y algunos animales. Una vez que me he puesto metafórico seguiré, las opiniones son como los calzoncillos, cada uno tiene los suyos y hay que lavarlos de cuando en cuando; como los ¿cerebros? de quienes mezclan el gazpacho con la metafísica y el fútbol con la camorra siciliana, y amenazan de muerte a quien ha pescado en el río revuelto de su propia desidia y la politiquilla local.

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Yo no puedo saber, aunque me lo imagino, las intenciones con las que viene un señor de Alicante o Dos Hermanas a un pueblo como Jerez a comprar un club de fútbol con mas agujeros que una fábrica de billares, ya digo que no lo puedo saber. Lo que sí se con certeza es lo que hace el Ayuntamiento subvencionando con el dinero de todos a una empresa privada: tomarnos por jilipollas, que, al parecer, es lo que somos.

Un pueblo con gente que cree que un equipo de fútbol se mantiene con amenazas de muerte y pancartas de puta cai, cachos de carne bautizados con chorreones de mala educación y sintaxis de simio, quizás no merezca un club con un aspiraciones.Da asco pensar lo que daría de sí ese dinero invertido en ese fútbol subterráneo de chiquillos y barriadas.

Como dirían mis amigos «Rafael, no te metas en berenjenales y disfruta del paseo que luego te llueven las bofetadas». Pues eso, que aquí estoy, redescubriendo la melancolía entre animales, como todos los días.

A un jerezano de mi edad y con memoria, cuando da un paseo por el Tempul, le amenaza su propia vida. Allá por los sesenta, para un niño de Piodoce, el zoológico era lo mas parecido -superior diría yo- a Disneylandia que podía imaginarse; así continúa siendo para un adulto que ya evita las sorpresas y los caricatos. Hay que decir que entretanto dejé de contar las guardias y los retenes en el antiguo cuartel de artillería, en la garita del ciervo.

Este sitio, además, tiene para mi connotaciones íntimas y recuerdos directos. Yo fui vecino de Alberto Durán (1) en la carretera de Cartuja en una época en la que a uno no le hubiera sorprendido ver a Miss Marple paseando por los carriles; en esa campiña inglesa a lo cateto compartíamos vecindad con Carmelota García del Salto. los hermanos Medina y el Duque de Nosequé.

Siendo yo un chiquillo, Alberto me regaló un pase permanente para este parque que yo utilicé con profusión y, como me pasa ahora, siempre disfruté mas del paisaje que de las bestias. Ir al zoológico era, no sé como explicarme, como entrar en una mancha de Twombly o un lienzo de Pisarro.

Como hoy tengo la tarde tonta y voy divagando y mezclando churras y merinas, ustedes me disculparán si remato la faena con unos versos escritos al paso.



«La umbría de los árboles del parque

da cobijo a la duda, el pensamiento

te va cubriendo, como si fuera un traje

hecho a medida por un sastre lento»



En Jerez de la Frontera, entre el Tempul y lo de Atilano, y con mas calor que robando un toro.



(1) Alberto Durán fuel el fundador del parque Zoológico de Jerez de la Frontera.