Por su propio peso

ay situaciones en el deporte que acaban cayendo por su propio peso y que Fernando Alonso será piloto de Ferrari la próxima temporada es algo tan obvio como que Lewis Hamilton va a sumar su primera corona en ésta para gozo de británicos y desdicha de aquéllos que piensan que -sin discutir su potencial- entre unos y otros le han ido allanando el camino para que un anglosajón vuelva a reinar en la cima del deporte más influyente, caro y mediático del mundo. Y aunque cueste digerirlo es el apadrinado de Ron Dennis el que está echándole un cable al asturiano para que éste emigre a Italia. Sus exhibiciones en Silverstone y Hockenheim y la nula respuesta por parte de los monoplazas rojos han encendido las alarmas en Maranello; la solución está pilotando un Renault. Con Raikkonen, más pendiente de decidir la fecha de su retirada, y Massa, un flan cuando le vienen soplando el alerón trasero, ya saben que han tocado techo. Un dúo que no está en condiciones de reverdecer los laureles de Schumacher y que confirma que el título lo ganó el año pasado el finés porque en McLaren se empeñaron en que Alonso lo perdiera. Que Kimi y Felipe tendrán contrato en vigor en 2009 y que el Banco Santander llegará un año más tarde como segundo patrocinador son argumentos menos relevantes a cada gran premio. Alonso y Ferrari están obligados a entenderse a partir de noviembre porque ninguna de las dos partes puede permitirse el lujo de verse más tiempo eclipsada por las victorias de Mercedes. La propia Fórmula 1 necesita que este binomio comience a funcionar lo antes posible porque los que fueran vecinos en el paddock -que no compañeros- en 2007 tienen una deuda pendiente y ése es un espectáculo que este deporte no puede permitirse el lujo de ignorar. Papá Hamilton échate a temblar porque vienen curvas. deportes@lavozdigital.es