MATRIMONIO. El Doctor Arcas y su mujer, la Doctora Josefa de los Reyes, en el laboratorio de la Facultad de Medicina de Cádiz.
Jerez

Los Arcas, familia de profesionales (II)

El patriarca familiar y su mujer fueron un referente de la ciudad en todos los ámbitos

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Pasados los años, comenzó a construirse la base de Rota, en cuyo proyecto constaba la instalación de un hospital para el personal civil y militar. Debido a sus amistades, relevancia profesional y conocimientos de inglés, fue requerido por las autoridades militares como médico, colaborador e intérprete entre el personal español y americano que ponía en pie dichas instalaciones, en cuyo bullir medió con eficacia Don José Juan Arcas, quedando posteriormente a su cargo la atención sanitaria del personal de la base.

Entrados los años 60 tuvo que dejar la base de Rota, ya que entre el Dispensario, el Seguro de Enfermedad y su consulta particular, no disponía de tiempo para más. Esta hiperactividad y pluriempleo no tenía otra ambición que la de sacar a su numerosa prole adelante, que por aquellos años eran ya cinco de sus siete hijos. Y fue a base de su trabajo y el de su recordada esposa que la familia Arcas comenzó su etapa de prosperidad y felicidad, colmada con la llegada de sus dos últimos hijos, Eduardo y María José. No obstante, el doctor Arcas prosiguió visitando la base de Rota, donde había hecho buenos amigos, con los que continuaba viéndose casi toda la semana, celebrando con ellos largas reuniones en donde se hablaba de lo divino y lo humano.

Don José Juan Arcas era un hombre de pocos pero buenos amigos, entre los que se encontraba el doctor Don Luis Romero Palomo, el poeta sanluqueño Don Manuel Barbadillo, al cual visitaba en su casa-palacio de La Silla, con el que bromeaba haciendo uso de la confrontación entre sus caracteres, romántico el uno y científico el otro, pues mientras el poeta se ensimismaba con las mareas de las orillas de Guadalquivir, el doctor Arcas le insistía que se trataba de un fenómeno puramente físico. Otros de sus íntimos fueron el doctor Don Roberto Escobar, cuya muerte le entristeció enormemente. Don Rafael Ortega, Don Rafael Rodríguez Almodovar, Don Juan Luís García Castilla, Don José Galera de la Rosa (ATS), con el que se trataba castizamente de usted. También con Don Manuel Romero (pintor) director de la Escuela de Arte y Oficios, con Don Fernando Capote Márquez, caballero cabal, discreto funcionario del juzgado y gestor administrativo, con el que compartía confidencias político-administrativas.

Con todos ellos se reunía, y fue en esta reuniones en las que encabezado por el doctor Don Luís Romero Palomo, el doctor Milla y él mismo, acordaron crear los Juegos Florares de Las Fiestas de La Vendimia y el premio de La Flor Natural al mejor poeta.

Corría el año 1948 cuando Don José Arcas le dijo un día a su mujer: «Mira Pepa, parece ser que la Unión de Exportadores va a traer a Jerez a Sir Alexander Fleming y a mí me gustaría verlo». A lo que ella respondió: «Pues nada, el día que llegue me lo dices y vamos».

Visita de Fleming

Dicho y hecho, acompañado por Don Beltrán Domecq González, presidente en ciernes del Grupo de Exportadores, apareció el Doctor Fleming rodeado de propietarios y representantes de las diferentes bodegas de Jerez. En la recepción que se le dio, se encontraba el matrimonio Arcas, al que Don Beltrán Domecq rogó se acercaran, siendo presentados por el. A los pocos minutos de la presentación, es obvio pensar que la arrolladora personalidad del Doctor Arcas ya había traspasado las reservas del escocés. Ni que decir tiene que su doctorado en la Universidad de Oxford, el dominio de la lengua y la complicidad profesional, propiciaron un excelente entendimiento, hasta el punto que el Doctor Fleming pidió a Don José Arcas que le acompañara en su visita a la ciudad por la que se trasladó en una hermosa carretella tirada por briosos corceles jerezanos. Antes de iniciar el recorrido por Jerez, Sir Alexander Fleming dudó montarse preguntándole al doctor Arcas: «¿Este coche de caballos es para mí? ¿No es esto demasiado? ¿Pero si esto es una carroza real!». A lo que Don José Juan Arcas respondió: «Efectivamente, es para usted, es un obsequio que le hace el pueblo de Jerez». Ya en la bodega, escanciada una copa que había sido extraída de una bota en flor, el doctor Arcas le informó que la flor del vino era producida por un hongo llamado penicillinum. «Ustedes, los bodegueros jerezanos habéis descubierto la penicilina antes que yo», comentó, «y además tiene mejor sabor». Estas y otras anécdotas se sucedieron, siendo recogidas entonces y llegando a nosotros gracias al doctor Arcas, como aquella otra que estando en la mesa ante tan abundante y variado menú, que le preguntó Fleming en confidencia: «¿puedo comer de todo?». «Naturalmente Sir Alexander, todo esto forma parte del agasajo que se le hace». Hay que tener en cuenta que el doctor Fleming venía del aún imperiante racionamiento de la Gran Bretaña, persistente tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Viéndole entregado a tan suculentas viandas y olorosos vinos, el doctor Arcas se permitió aconsejarle que no mezclara los vinos de Jerez, de los que estaba dando buena cuenta, debido a que esto le podía ocasionar por falta de costumbre una rápida alcoholemia, a lo que Fleming respondió: «no se preocupe usted, que yo me bebo todos los días una botella de Whisky». Además de estas anécdotas sucedió ante su presencia la archiconocida de que Fleming tras beber las distintas variedades de nuestro Jerez, exclamó: «Si la penicilina cura a los enfermos, el vino de Jerez resucita a los muertos». Desde entonces hasta prácticamente la hora de su muerte, su vida fue tan prolífica e interesante que sería prolijo narrarla con detalle. Solo nos resta decir que fue un hombre desprendido, que lo dio todo por sus hijos, a los que todo dejó y a los que enseñó el sentido de la equidad y del respeto al prójimo, la sencillez y la sobriedad, así como el uso de la inteligencia para prosperar en la vida. Por estos y otros motivos contados a lo largo de estos artículos, su memoria ha quedado indeleble entre nosotros como también quedó en su día la de su mujer, la doctora Josefa de Los Reyes a las que el Ayuntamiento dedicó en su día una calle en Jerez como confiamos también se le dedique otra a su marido el Doctor Arcas y si fuera posible, cercano a ella.