ANCIANO. Karadzic charla con una mujer no identificada. / AFP
MUNDO

Vida espiritual de un genocida

Bajo su identidad de curandero, Karadzic vendía colgantes mágicos, tenía romances y acudía a un bar

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Radovan Karadzic se miraba al espejo y no veía al miserable que era, sino a un médico curandero con pinta de pope. Aunque a veces se ponía un 'panamá'. Debía de ser un golpe a su vanidad. Pero se iba al bar 'Casa loca' (Luda Kuca), a cien metros de su casa, y podía sentarse ante su retrato. Una foto suya preside el local junto a la de Ratko Mladic, el otro criminal de guerra más buscado. También hay imágenes de Milosevic y Tito, entre un reloj del conejito de Duracell, un icono religioso y un calendario de veteranos de guerra. Karadzic vivía en un piso de Nuevo Belgrado, feudo ultranacionalista del Partido Radical, y quizá no se disfrazaba para evitar ser detenido, sino para que no le pidieran autógrafos por la calle.

«Siento no haberle reconocido y que le hayan detenido. Es un héroe nacional serbio», lamenta el dueño del bar, Misko Kovijanic. Es de un pueblo cercano al de Karadzic. Tiene un 'gusle', un laúd que se toca con arco para acompañar un canto quejoso. A Karadzic le gustaba escucharlo y tocarlo, con un vaso de 'sljivovica', el aguardiente de ciruelas típico, o de vino tinto Medvedja Krv (Sangre de Oso). Pero nunca cantaba. «Porque cuando cantas sale tu voz verdadera», explica conmovido Raso Vucinic, de 26 años, estudiante de Educación Física. Cantó para él varias veces. Si le hubiera reconocido le habría escondido. Se pone un gorro tradicional y empieza a tocar llorando el arresto de Karadzic. Ayer hubo una protesta del Partido Radical y el ex primer ministro Vojislav Kostunica, pasado al nacionalismo, se unió a las críticas. Cuanto más tarde la extradición más tensión.

Gente como ésta lee periódicos como 'Kurir', que ayer titulaba alarmado «¿Quién ha vendido a Radovan?». Es como el dueño del bar, que cuenta la anécdota definitiva sobre la bondad de Karadzic. Había un nido de abejas en la pared del local y el propietario iba a matarlas, pero intervino aquel santón y le dijo que no lo hiciera, que era vida y era mejor trasladarlas a otro lugar. «Un hombre que no mata a unas abejas no es un genocida», concluye.

Dejando el bar de los majaras, donde hay jubilados y tipos con chándal y un 'rottweiler', basta andar dos minutos para ir a la casa de Dragan David Dabic, la identidad falsa de Radovan Karadzic. Vivía allí hace más o menos un año, según la gente. Se lo había montado bien. Su pelo era el perfecto negativo del real: todo blanco con un mechón negro. Contaba que era un refugiado de Krajina -zona serbia de Croacia-, un neuropsiquiatra emigrado a Estados Unidos y que regresó tras divorciarse.

Es lo que ha relatado Goran Kojic, director de 'Zdrav Zivot' (Vida Sana), la revista en la que publicaba artículos. Lo conoció en el otoño pasado en un acto y empezó a colaborar con ellos. Karadzic pasaba por la redacción, en el centro de Belgrado. Escribió una serie de artículos sobre la diferencia entre la meditación y el silencio monástico. Firmaba como 'guía espiritual' porque nunca presentó un título de doctor. «Decía que se quedó en América tras el divorcio», explicó su director.

Página web

De este modo, el mago Karadzic se introdujo en el mundillo de la medicina alternativa. Dio conferencias en Novi Sad y otros lugares de Serbia. La última, en abril. Tenía una página web (www.psy-help-energy.com), donde da dos móviles y seis correos electrónicos. Con sus poderes de imposición de manos y la «energía cuántica humana» lo curaba todo: esclerosis múltiple, diabetes, asma, autismo, epilepsia, infertilidad, problemas sexuales... «Con nosotros nunca estará solo, no hay ningún problema sin solución», dice en su web. El pionero de la medicina alternativa en Serbia, Vuk Stambolovic, de la Universidad de Belgrado, coincidió con él en un acto, pero no le sonaba de nada. Su opinión es aguda: «Es interesante lo que ha hecho. Este tipo de personajes necesita ser el centro de atención, pero él debía esconderse. Su salida ha sido usar una máscara que le permitía satisfacer su vanidad, ser mediático».

Bajo su casa los tomates cuestan 39,90 dinares, unos 50 céntimos. Karadzic podía pagárselos gracias a una consulta en Nuevo Belgrado, aunque se cita otra en el centro, calle Beogradska. Pero también vendía cruces y colgantes mágicos con forma de tornillo. Este mundillo de los curanderos y los magos es muy prolífico en Serbia. Basta poner la tele. La prensa recogía ayer el testimonio de una paciente de Karadzic: «Que sepan que me sentí mucho mejor».

Sin embargo, el piso que habitaba en la calle Jurija Gagarina 267, apartamento 19, tercera planta, sale por unos 350 euros, según cálculos de los vecinos. El sueldo medio serbio es de 200 euros. Es más, según la prensa serbia, cambiaba de casa a menudo y tenía varios escondites. 'Blic' afirma que fue localizado hace un mes y se mudó cuatro veces. Parece claro que contaba con una red de apoyo. El director de 'Vida Sana' también ha apuntado que contó con recomendaciones de «personas bien situadas».

¿Una amante?

En el timbre de la casa de Karadzic pone 'Maksimovic'. El dueño vive en el extranjero, dicen en el edificio. En el buzón, metiendo la mano, se sacaba ayer a primera hora lo último que ha recibido: dos folletos de publicidad de electrodomésticos y reparaciones. Husmeando por su mirilla se ve una mesa de cristal con una lámpara. No hay ningún precinto y los vecinos no han oído a la Policía. Dicen lo de siempre: un señor muy amable. Pensaban que era pintor.

Debajo de su piso, una vecina invita a pasar y permite hacerse una idea de cómo es la casa de Karadzic, idéntica: 53 metros cuadrados con una sala, un cuarto, un baño y una cocina estrecha.

Algunos medios apuntan que vivía con una mujer de unos 50 años o que sólo pagaba una habitación de alquiler. Alguna mujer había. Blic, tabloide populista, le presenta incluso en fotos de portada con su supuesta amante, una tal Mila. Dice que le acompañaba a todas partes, se abrazaban y besaban. En la revista 'Vida Sana' dicen que a veces le acompañaba «una mujer muy guapa».

Saliendo de su portal hay un páramo con dos columpios y, al fondo, una parada de autobús. Pasa el 73, la línea en la que fue arrestado. ¿Dónde lleva? Si uno se sube pasa por el mercado chino, recorre Nuevo Belgrado y llega hasta Zemun, donde está la sede del Partido Radical. Pero sigue hasta un pueblo llamado Batajnica. Según la prensa, Karadzic fue arrestado aquí, cuando estaba a punto de escapar. Llevaba un maletín con un bañador, entre otras cosas. Como dato interesante, a tres kilómetros de esta localidad hay un aeropuerto militar. La Justicia serbia ha admitido que le encontró mientras buscaba a Ratko Mladic.

Es todo muy misterioso, pero se complica más. El conductor del 73 dice que no sabe nada, pero al cabo de una hora, al final de la línea se baja todo el mundo y habla. Contradice la versión conocida. «Se subió aquí y le arrestaron unas paradas más allá, yendo a Belgrado, no viniendo», afirma. Dice que lo sabe por los compañeros. El lugar es una estación ferroviaria destartalada y solitaria. A 22 kilómetros de Belgrado y donde llega un tren desde Indija, a 33 kilómetros de distancia, y Pazova. Luego la línea sigue y se ramifica por Serbia. «Quien se sube aquí acaba de bajarse del tren», opina el chófer. Y si iba hacia allí podía subirse.