TELEVISIÓN Y RADIO

«Soy como un 'hombre orquesta'»

Conducirá todo el verano el concurso diario de Telecinco 'Valanota', una nueva propuesta con la música de fondo

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Óscar Martínez es un todoterreno de la presentación. Puede irse a Honduras a seguir el devenir de Supervivientes, conducir los resúmenes de Gran Hermano y mantener su correcta posición de mano derecha de Ana Rosa Quintana. Tenía claro desde niño que lo suyo era este oficio, por eso empezó desde abajo, detrás de la cámara, y ahora tiene algún proyecto propio. Mientras, y a la espera del retorno del magacín de las mañanas de Telecinco, la cadena le ha encomendado la presentación del nuevo concurso que precede al informativo de sobremesa, Valanota, con la música como hilo conductor. El aprecio que tiene a su trabajo no le impide reconocer que hay «mucha vanidad, narcisismo y envidias».

-Proliferan los concursos con música como hilo conductor...

-Está Al pie de la letra (Antena 3) y el de TVE con Carlos Sobera. Bueno, ya se sabe que en la televisión todo es cíclico, que ahora se lleva esto y mañana saldrán otros formatos. Todo se repite y casi todo está inventado.

-Cada vez hay más competencia.

-Eso es bueno para los profesionales, que tenemos que ponernos las pilas y no relajarnos, y para el espectador porque así tiene una oferta más variada. En un futuro cercano habrá hasta 30 canales y hay que ser conscientes de que las audiencias que antes se hacían ya se han acabado. Ahora, si tienes un 15% de cuota de pantalla eres el rey del mambo, mientras que antes te mandaban a casa rápido.

-Con más canales, es de esperar más oferta para los profesionales.

-Pero puede que el trabajo no sea remunerado de la misma manera porque la tarta es la misma y tocamos a menos trozos, aunque los canales generalistas siempre tendrán mayor porción.

-A medida que baja la audiencia ¿también lo hace el precio de los presentadores?

-En mi caso, afortunadamente no. Sí es cierto que esta crisis se nota en todo, afecta al presupuesto de los programas porque baja la publicidad. No obstante, la gente ve cada vez más la televisión.

-Su pasión fue siempre este medio porque empezó cuando era un chaval, tirando cables.

-Desde los 13 a los 14 años. Empecé desde abajo y así valoré el trabajo de todo el mundo. Programas como el de Ana Rosa Quintana tienen detrás 70 personas.

-No se planteó ser periodista, y para ser presentador no hay escuelas específicas.

-Sí. De hecho tengo compañeros que salen de la carrera y no han hecho ninguna práctica de televisión. Yo he admirado a profesionales como Matías Prats. Pero en este trabajo cada vez se lleva más el hombre orquesta, como yo, que sepa llevar lo mismo un magacín, un informativo o un concurso.

El mundo rosa

-Lleva mucho tiempo al lado de Ana Rosa Quintana. ¿Tenía ganas de tener un programa propio?

-Sí y no. Con Ana Rosa estoy tranquilo, seguimos siendo líderes y hacemos una pareja estupenda. Además siempre me encomiendan alguna otra función en la cadena.

-El corazón sigue siendo un elemento importante en el magacín.

-Sí, sigue estando ahí. No es un tema que me apasione especialmente, como hablar de sucesos, pero hay que tener a la gente informada.

-Entonces, no le gusta el corazón...

-Es que el corazón que se hace en España se contrasta poco, en general. Tengo amigos futbolistas y dicen cosas de ellos que son de juzgado de guardia. Aquí te ven con cualquiera y ya es tu novia. Hay auténticos terroristas del corazón, que les da igual hundirte o inventarse lo que sea, pero también hay otros presentadores de programas rosa que son profesionales.

-¿Presentaría un programa rosa?

-Hecho con respeto y sin manipular, sí.

-Mantenerse tanto tiempo como usted delante de la cámara no debe ser fácil en un medio tan fugaz.

-Hay grandes profesionales, pero esta es una profesión en la que la envidia, el narcisismo, la vanidad y el ego están a la orden del día; por eso, y hay que andarse con mucho ojo. Muchos están pendientes de ver si te pegas la castaña para pasarte por encima sin escrúpulos. Esta parte es la que menos me gusta de mi profesión, esa superficialidad... Yo trato de ir a lo mío, de disfrutar y desearles lo mejor a los demás. Hay tarta para todos.