EN EL ZOO. Cada sábado por la mañana, los asociados se reúnen en el zoo de Jerez.
Jerez

Bajo las sombras del bonsái

La asociación cultural de bonsáis 'El Pinsapo' lleva más de veinte años promoviendo la afición a este singular tipo de árbol

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Ha llegado el mediodía del sábado y en el Zoológico de Jerez ya están algunos de los socios de El Pinsapo. Sus bonsáis pueblan las largas mesas. Un peral, una higuera, más allá hay un enebro y un olmo con más de cuarenta años. Hoy acapara la atención un precioso Juníperus Chinensis, que es un enebro chino. Es de Luis Benítez -quien representará a Andalucía en el concurso de nuevos talentos en competición nacional-, y a José Márquez, secretario de la asociación, y al vocal ,Ismael César, se les cae un poco la baba viendo el bonito ejemplar.

La afición a esta práctica milenaria de convertir los árboles en pequeños individuos a pequeña escala, sembrados en un macetero, es lo que les une. «A nosotros nos aporta relax después de una semana de estrés», comenta Ismael mientras acaricia un precioso olmo.

Llevan más de veinte años criando bonsáis conjuntamente, son más de veinticinco asociados y no pretenden más que practicar el gozo de mantener un pequeño árbol dentro de unas pautas determinadas de belleza y de salud. «El bonsái es muchas veces el reflejo de su dueño. Incluso podemos decir que con tan sólo ver un ejemplar, podemos asegurar quien lo ha criado», comentan al unísono nuestros protagonistas.

Inmediatamente, se afanan en explicar que «una de las diferencias entre el bonsái japonés con el chino es que aquél busca más la estética. El chino, sin embargo, es un poco más agreste porque la tradición del bonsái es mucho más espiritual. Es el acercamiento de Dios con la naturaleza y con el hombre en un triángulo escaleno o irregular».

Reciben a jerezanos con dudas -que hay algunos- y la paciencia es un aliado que no puede faltar para estos amigos del bonsái. «Aquí no valen las prisas. Un árbol puede tardar años en convertirse en lo que tú realmente buscas de él. Todo se debe hacer con mimo», dice José María. Por esqueje o por una técnica llamada acodo, se van reproduciendo. «A excepción de las coníferas, que son las más valoradas, y que necesitan otro tipo de técnicas de proliferación», concluye Ismael.