donde las calles no tienen nombre

A ustedes lo que les pasa es que tienen envidia

JEREZ Actualizado: Guardar
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Llega un momento en la vida en el que sabes que hay cosas que no van a cambiar por mucho que te empeñes o te hayas empeñado en pensar lo contrario. Por ejemplo, ya me he convencido de que es materialmente imposible que esos muchachitos que van con sus coches tuneados por la calle luciendo, con las ventanillas abiertas de par en par, los dos millones de megawatios de sus equipos de sonido, nos deleiten a todo los que nos encontremos en un radio de kilómetro y medio a la redonda –que es el alcance que suelen tener sus sistemas de car audio– con un tema de David Bowie, un éxito de U2 o una pieza como el Adagio de Albinoni. Doce de cada diez veces van escuchando y haciéndonos escuchar a los demás memorables clásicos del reguetón o del perreo, lo último de bandas míticas como Ricky y sus brodels, o, si tienes mucha suerte, una escogida selección de hits de Kamela. Es algo que no cambiará jamás.

Algo así pasa con el Ayuntamiento de Jerez, que sabes a ciencia cierta que, aunque algún día fueran alcaldes el Dalai Lama o el Papa, o un hubiese gobierno de coalición entre ambos, no conseguirían acabar nunca con esas cositas de nuestro Ayuntamiento que siempre mantienen viva la capacidad de sorpresa de los jerezanos de a pie.

Esta semana ha sido noticia, no sólo en Jerez sino en toda España, que el nuevo convenio colectivo municipal incluye un apartado, que aunque no es nuevo sí está bastante mejorado, por el que los 2.150 trabajadores que se ganan el pan en la calle Consistorio van a ganar hasta 370 euros más cada trimestre por el hecho de no faltar al trabajo. ¡Ole ahí mi Ayuntamiento! Si es que somos los mejores. Estoy harto de decirlo y nadie me escucha. El objetivo de tan loable medida es que las criaturitas que han convertido nuestro Ayuntamiento en uno de los que más absentismo o escaqueismo laboral soportan tengan un aliciente para cumplir con su contrato y acudir a su puesto de trabajo con una cierta regularidad. Es como las primas que ganan los futbolistas por marcar goles, pero aquí de lo que se trata es de que los curritos del Ayuntamiento –los que faltan, no todos– hagan de tripas corazón y puedan sobrellevar la enorme carga que supone ir a trabajar y aguantarnos a los ciudadanos, que somos muy jartibles y cada dos por tres estamos dando problemas.

Lejos de escandalizarme, creo que este plus por asistencia supone una contribución irremplazable a la economía local. Qué digo local, a la economía nacional y mundial. Ya lo dijo Zapatero: hay que consumir. Y fijense todo lo que podrán consumir de más los cientos de trabajadores municipales que se lleven a su casa, además de su sueldo habitual, un incremento de entre 180 y 370 euros cada trimestre.

Y voy más allá. A estos gurús de la economía que son los sindicatos del Ayuntamiento que han conseguido un hito de estas dimensiones, les pediría que nos ayudaran al resto de los mortales de Jerez que, por mala suerte o ausencia de conocimientos sobre la electricidad, no prestamos nuestros servicios en la casa Consistorial. Podrían ayudarnos con nuestras finanzas y, no sé, montar un mercado de valores en la calle Muro (Wall Street en inglés) en el que todos pudiéramos invertir y ganar dinero juntos como hermanos. Ya lo estoy viendo...

Bueno pues, lo crean o no, hay gente que se ha echado las manos a la cabeza por esta cuestión del plus por no faltar al trabajo. Seguro que son una panda de insolidarios que sólo cobran lo que estipula sus contratos aunque no se den de baja ni con las dos piernas rotas. Lo de esta gente es que no tiene nombre. Pero yo sé lo que les ocurre. Lo que les pasa es que tienen envidia. Ay, Dios mio, qué mala es la envidia.