Jerez

reencuentros

CALLE PORVERA Lo mejor que tiene la época estival es que te da la oportunidad de disfrutar de aquellas cosas que no por pequeñas son más insignificantes, y cuyo recuerdo incluso te puede ayudar a sobrellevar la dura rutina que se presenta cuando aterriza el otoño. Aunque las vacaciones y los viajes planeados constituyen un innegable placer, para mí no hay nada más gustoso que el reencontrarme con mi gente, y que logremos reunirnos todos, incluidos los que están más alejados a lo largo del año, en torno a una barbacoa, una cena o una sombrilla de playa.

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Cualquier excusa se convierte en algo idóneo para vernos las caras, contarnos nuestras cosas y sobre todo reir y olvidar los malos ratos que pasamos en nuestras vidas cotidianas. En esos encuentros uno disfruta como nadie, y parece que los problemas se diluyen y se hacen más pequeños, aunque sigan acechando a cada momento.

Si encima coincide con alguna celebración la alegría es doble, ya que cada año nuestra gran familia crece y siempre hay alguna ilusión colectiva por la que brindar con gusto. Aunque tenemos nuestras épocas, nuestros más y nuestros menos y las inevitables afinidades y preferencias por unos y por otros, no sé qué haría yo sin esas personas que me acompañan casi desde que tengo uso de razón.

Juntos hemos crecido, reído y llorado, y ya forman parte de mi vida de una manera ineludible. En las ocasiones en que todo se tambalea recuerdo estas reuniones únicas con cariño y nostalgia, y sólo espero que, independientemente de lo que nos depare el futuro, sigamos conservando estos encuentros y manteniendo la ilusión por volver a vernos.