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Algo más que un intercambio

Después de año y medio de gestiones incansables de un mediador alemán ayer se ejecutó un intercambio de prisioneros y restos de combatientes entre Israel y el Hezbolá libanés (resistencia chií).

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Los israelíes devolvieron a cinco militantes, incluido por fin Samir Kuntar, un druso libanés que siendo militante del FPLP mató en 1979 a varios civiles israelíes, aunque siempre negó haber asesinado a un niño entre ellos. Y también los restos de 199 activistas palestinos o árabes muertos en combate. A cambio recibieron los restos de dos soldados que habían muerto en el primer ataque que en julio de 2006 abrió la guerra Israel-Hezbolá.

Un vistazo meramente aritmético parece sugerir un gran negocio para la parte libanesa. Pero las cosas son más complejas, remiten a consideraciones psicológicas, políticas y hasta religiosas: para los judíos recuperar, identificar y entierrar como Dios manda a uno de los suyos es obligación insoslayable en el registro confesional y moral.

Pero tras el intercambio hay mucho más y el gobierno lo inserta en un amplio contexto en el que hay consideraciones más prosaicas y más cercanas a factores geopolíticos. Y hasta puede haber argumentos menos confesables, como la gran debilidad presente del primer ministro Ehud Olmert, quien abandonará su puesto con toda probabilidad a mediados de septiembre y ha querido ir al encuentro de una opinión que, sin entusiasmo pero pensando en las familias, apoya con cierta holgura el intercambio.

Hezbolá, inevitablemente, canta victoria y es seguro que los hechos le darán aún más reputación de la que tiene ahora en el país y en el escenario regional, donde pasa por ser el único factor árabe de que ha obtenido éxitos frente a Israel. Tanto que su líder, Hassan Nasrallah, es el político árabe más popular según todos los sondeos.

En la conducta de Israel hay un intento de mostrar una disposición de principio para el acuerdo con sus antagonistas. El gobierno Olmert pretende que sus conversaciones indirectas con Siria que pronto serán oficiales, lo que no es seguro en absoluto, y mantiene formalmente que la negociación con los palestinos del presidente Abbas están más cerca que nunca de la paz, lo que los hechos desmienten cada día.