APOYO. Nicolas Sarkozy intervino durante poco más de media hora ante el plenario de la Eurocámara y después se sometió a un turno de preguntas. / AFP
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Sarkozy pone firmes a los socios 'rebeldes' de la UE

El líder francés asegura ante el Parlamento Europeo que no habrá renegociación del Tratado de Lisboa

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Nicolas Sarkozy viajó ayer a Estrasburgo para dejar claro ante el Parlamento Europeo, por si alguien todavía lo dudaba en la UE, que no va a haber una renegociación del Tratado de Lisboa. En el transcurso de una intervención enérgica ante los eurodiputados, ligada al hecho de que Francia ha asumido este mes la presidencia de la Unión, que el Elíseo había preparado al milímetro, Sarkozy afirmó que las elecciones del año que viene a la Eurocámara se celebrarán en un marco jurídico concreto, bien el definido por el Tratado de Niza (en vigor), bien por el de Lisboa, pero en ningún caso bajo las premisas de un tercer texto que los reticentes al nuevo Tratado, léase irlandeses y algunos checos y polacos, podrían anhelar.

Además, y reiterando advertencias precedentes, insistió en que sin la reforma institucional de la Unión Europea «no habrá nuevas ampliaciones», aunque dejó claro al mismo tiempo que es partidario de continuar las negociaciones de adhesión con los países de los Balcanes occidentales.

El Parlamento Europeo salió ayer mismo en apoyo de esta teoría de Sarkozy, aprobando un informe del alemán Elmar Brok (PPE), en el que se aboga por profundizar en la cohesión intracomunitaria, en afianzar lo que ya existe, antes de acoger a nuevos miembros. «La talla no se traduce en fuerza: debemos trabajar sobre la cohesión interior, evitando dispersarnos». El debate entre profundización en la construcción comunitaria y la ampliación viene de lejos. La última la defienden los socios más partidarios del modelo librecambista, como Reino Unido, y la primera los veteranos continentales del proyecto común.

Hasta ahora, sin embargo, Londres ha conseguido imponer un ritmo acelerado de ampliación, contra el que ayer, indirectamente, Sarkozy se rebelaba: «Yo soy de los que lamenta que la UE no haya tenido la prudencia de dotarse de instituciones (adecuadas) antes de la ampliación», aseguró.

El inquilino del Elíseo viajará pronto a Irlanda «para buscar una solución» al problema suscitado por su 'no' al Tratado de Lisboa. Hasta ahora se venía hablando de la próxima reunión del Consejo Europeo, en octubre, para pautar una salida a la crisis irlandesa, pero Sarkozy habló ayer de diciembre, si en otoño no logra darse con la fórmula. «Sé que no hay que violentar a los irlandeses, pero tenemos que prever, al mismo tiempo, sobre qué bases se organizarán las elecciones europeas, Niza o Lisboa, porque no habrá una nueva conferencia intergubernamental o un nuevo Tratado. Tenemos, por lo tanto, tiempo, pero no mucho».

Sarkozy sobrevoló por el periodo «difícil» que vive «una Europa que sufre», para reclamar determinación a los líderes comunitarios y que no transmitan sensación de inmovilismo.

Objetivos

A continuación, el mandatario galo subrayó los objetivos centrales de la presidencia francesa. Citó primero el paquete de energía y la lucha contra el cambio climático, que calificó de «prioridad absoluta». Y solicitó a los eurodiputados, que le interrumpieron con fuertes aplausos, ayuda para sacar adelante el tema durante la presidencia. En segundo lugar, Sarkozy citó la inmigración y el pacto alcanzado por los ministros de Interior esta semana en Cannes. Expresó su deseo de que sea aprobado también durante esta presidencia.

Finalmente, Sarkozy habló del relanzamiento de la defensa europea y de la política agrícola común. En total, el presidente intervino poco más de media hora ante el plenario de la Eurocámara, sin papeles, y se sometió después a un turno de preguntas y respuestas en que consumió dos horas y media más. El líder galo contestó uno a uno a los eurodiputados.

La Eurocámara mostró un apoyo sin fisuras a Sarkozy. Sólo el socialista Martin Schulz lamentó la escasa proyección social del discurso del presidente francés. Los únicos momentos de tensión se vivieron cuando tomó la palabra Daniel Cohn Bendit, copresidente de los Verdes, que le recriminó su anunciada asistencia a la inauguración de los Juegos de Pekín.