PAN Y CIRCO

Relleno veraniego en los deportes

Los hay que, azuzados por el mono estival, le buscan las reguertas a la parabólica, a ver si cae algún duelo en la cumbre del tipo Atlético de Qatar/Macabi de Levantá, o ya han empezado los torneos de verano allá en la glamurosa Guatemala. Otros, amantes impúdicos del sucedáneo, se pican con la consola, bucean en la videoteca o deambulan, mustios y abatidos, por los parques, a la caza de algún partidillo infantil con el que llenar este intenso vacío de fútbol, que duele como duelen los miembros fantasmas: sólo porque ya no están.

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Los periodistas, que somos unos cracks a la hora de explotar las adicciones ajenas -a costa, eso sí, de alimentar las propias-, nos olemos el hueco y aprovechamos ese déficit urgente para dar rienda suelta a nuestros más retorcidos instintos onanistas.

Quizá el mejor momento para comprobar lo que digo sea en la recta final de los informativos de madrugada, cuando en la Sexta una cani borderline -que, según me aseguran, hizo las prácticas en el Don Tico- te invita a ganar millones jugando a la sopa de letras, y en Localia la misma rubia siliconada de todas las noches explica por qué el calvo triste que se sienta a su lado con carita de pardillo menesteroso necesitaba un alargador de pene para hacerla feliz. A esa hora de locos, ludópatas, noctámbulos e insomnes, el teleespectador común, que elige el bloque de Deportes en vez de especular con comprarse un Jet Extender, se encuentra con los periodistas más feos del planeta (dos calvos, un cara torcida y un vizco en Antena 3) llenando sus cinco minutos de turno con las pajas mentales más inverosímiles: carreras de sacos en Irlanda, eternas lesiones de rodilla, arduas reflexiones sobre las estrategias en el billar, fichajes de telenovela...

En fin, que la próxima vez buscaré algún tema con tiempo.