MUJERES. Recibiendo un curso de integración social. / L. V.
Jerez

Cáritas... algo más

Existe una asociación de ideas entre Cáritas y asistencialismo, Cáritas y bolsa de comida, Cáritas y pobrecitos en la que con facilidad caemos casi toda la sociedad.

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Tendríamos que dar un paso más allá, traspasar esa idea que pertenece a un tiempo pasado y asociar a Cáritas, situarla, en lo que hoy es y quiere ser: una organización de la Iglesia que lucha por actualizarse, para ser y estar en la sociedad en la que nos ha tocado vivir, dar respuesta global a la persona que carente, bien sea de alimento, medicina, trabajo, escucha, soledad llega hasta las puertas de cualquiera de nuestras parroquias, para así, desde ahí, siempre partiendo de la actitud, capacidad, deseos y libertad de la persona, comenzar un proceso junto a ella de búsqueda para intentar salir de su situación.

Esa visión de recuperación de la persona integra conlleva -si no, no sería posible- la dignificación del espacio en que con-vive, para no quedarnos en el asistencialismo puro y duro.

Esto nos lleva a trabajar de forma transversal e implicarnos en barrios, pedanías, pueblos porque son ésos los lugares donde se hace el día a día de las personas junto a otros y otras, por ello tenemos que estar, además de darle esa primera ayuda, apoyando a esos ancianos y ancianas que agonizan en soledad, a encontrar un sentido a esta etapa de sus vidas. A esos padres y madres que están enganchados a unos hijos que se les 'escapan' de las manos. A esas mujeres que sienten su hogar como la 'pensión' de su familia, o a aquellas otras que nunca supieron el valor que en ellas misma habitaba. Escuchar, acompañar y gestionar la posibilidad de dignificar a la persona a través del empleo. Estar y extender la mano a esos chicos y chicas que tienen como hábitat una familia desestructurada y que comienzan su andadura en la vorágine de esta sociedad permisiva y carente de valores. Ser un punto de partida para quienes quieren cambiar su peregrinaje constante de personas sin hogar y recomenzar a echar el ancla de su vida. Hacerles cercano, habitable y fácil este lugar a quienes desde otro continente -pero una misma tierra- se acercan hasta el nuestro. Tenemos que arrimar el hombro a esas plataformas, coordinadoras, asociaciones, donde el fin de su trabajo sea una sociedad más adecuada, más digna Donde, tal vez, algunos aireen sus colores, pero donde Cáritas está porque nuestros principios evangélicos así nos lo dictan: « librarás al mendigo que reclame, al pobre que no tiene quien lo ayude » (Sal. 71, 12).

Todo esto, y mucho más, ha sido necesario para ir adaptándonos a las nuevas formas de pobreza que se nos van planteando. Buscar respuestas a ellas, bucear dentro del mar neoliberal en el que nos movemos y donde la persona ha dejado de ser el centro, para convertirse en objeto que consume y es consumido.

Con todo esto siempre presente, intentamos situarnos sin perder ni un momento de vista que somos un instrumento, en muchos momentos seguro que torpe, de la Iglesia Católica que pretende aunar voluntades, conciencias, recursos, ideas, manos . para luchar por la vida digna de toda persona, grupo, familia o pueblo donde quiera que esté.

Una tarea conjunta de personas creyentes que desde cualquier rincón de nuestra diócesis, con una responsabilidad determinada, tiene un solo fin: materializar el amor.