¿Desea una muerte digna?

Pero visto lo que estamos viendo, quizá con esa bonita frase se quiere decir otra cosa, como eliminar a los enfermos terminales, que tan caros salen, eso sí, para que no sufran. O a los grandes dependientes, ya que no hay dinero para sostener su magnífica ley de dependencia, eso sí, para que no sufran.

Señor Rodríguez, usted es mi presidente, aunque yo no lo haya votado, y le voy a decir lo que considero que es una muerte digna, para que también lo tenga en cuenta.

Mi madre murió a los 82 años, agotadita, después de una vida de mucho trabajo, y muchas privaciones para sacarnos adelante. Pero murió en mis brazos, rezando el Santo Rosario, con el calor del cariño de todos sus hijos, llena de paz, y le aseguro: con mucha dignidad.

Mi padre murió con 92, rodeado de sus siete hijos que lo cuidaron y quisieron hasta el último momento. Recogiendo parte de lo mucho que había sembrado y, al igual que mi madre lo había hacho 5 años antes, murió en paz y con muchísima dignidad.

A esto, y no a una inyección letal, le llamo yo morir con dignidad, y espero que usted, que es mi presidente, lo tenga en cuenta...