Primer plano de Juan del Río durante la entrevista que tuvo lugar en su despacho de Bertemati. / J.C.C.
Jerez

«Nunca me he sentido solo como obispo de Jerez»

- ¿Es tiempo de balance en su interior, en sus pensamientos?

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- Por una parte sí. Necesariamente tengo que partir para Madrid y aquí dejo ocho años intensos de mi vida. Por sus frutos los conoceréis, y ahí están los frutos. Yo lo he hecho con la mayor rectitud de intención, me he entregado a este pueblo y he dado todo lo mejor de mí. Después habrá limitaciones y lagunas como todo ser humano, pero lo que sí puedo decir es que sólo he buscado la Gloria de Dios y el bien de las personas.

- Estamos leyendo en estos días muchas opiniones sobre el pastor, pero, cuénteme ¿cómo ha sido el rebaño?

- Bueno, yo no tengo queja de nadie, y le doy las gracias a todos. Yo me he sentido siempre acogido y sólo puedo decir gracias Jerez, gracias a todos mis diocesanos.

- ¿No ha tenido en estos ocho años ninguna oveja descarriada?

- Bueno, los sufrimientos como padre se llevan por dentro (risas). Los malos momentos, que Dios me los recompense en el juicio final. Y ya está. Pero de eso no hablo, yo hablo siempre de lo positivo. De lo negativo, no.

- Llevábamos varios meses los medios de comunicación especulando sobre su marcha. ¿Cómo se la comunican? ¿Se esperaba este destino, esta nueva función?

- La rumorología ya era muy aproximativa ¿no? Pero yo no lo supe hasta la tarde del día 24, el día de mi santo. Entonces, pues ya cuando te llama el Nuncio y te lo dice, entonces es cuando cae sobre uno, digamos, el peso de lo que significa dejar esta tierra. No olvidemos que yo en estos años de Jerez he perdido a mi madre, a mi hermana, y ya como Abraham pues dejo la tierra, me voy a Madrid. Yo me siento muy andaluz, pero me siento también muy español, y por lo tanto, pues allí donde tenga que anunciar el Evangelio estará mi tierra. Y además, como es una Diócesis personal, tendré que viajar mucho, desde El Ferrol hasta San Fernando. También tendrá que venir mucho por la provincia de Cádiz y en Rota tengo la base más importante de la Armada. Quiere decir que en el territorio de la Diócesis de Asidonia-Jerez tengo una presencia importante de este arzobispado castrense.

- ¿Cuáles son las funciones concretas de este arzobispado?

- Es una Diócesis personal y tiene la misma misión que las demás, la de enseñar, regir y santificar. Aquí no es un territorio, son las personas, y en un trabajo muy concreto como son las Fuerzas Armadas, la Policía y la Guardia Civil. Esto supone también desplazamientos al extranjero, porque las misiones extranjeras donde está el Ejército español, allí hay capellanes, allí hay católicos, y también necesitan de la cercanía del pastor. Yo quiero ser un arzobispo de todos y para todos.

- No le va a temblar el pulso a la hora de acercarse a territorios en conflicto.

- Yo creo que no, en absoluto. Yo cuento con la Gracia de Dios, siempre me ha acompañado, y donde está la persona está el peligro. Es verdad que hay lugares más peligrosos, pero donde está la persona, allí está su vida. Y lo importante es dar la vida por el Evangelio, y que el Evangelio sea comunicado a los demás porque en el Evangelio el hombre y la mujer de hoy puede encontrar el centro de su vida. Lo que está en juego hoy es el sentido de la vida, y toda estas ansias de eternidad y felicidad que tenemos los seres humanos sólo lo puede colmar Jesucristo, el Hijo de Dios.

- De todas las felicitaciones que ha recibido en estos días, ¿cuál es la que más le ha emocionado?

- Yo agradezco todas, todas. Y, además, las de mis hermanos en el episcopado español, que se han volcado todos. Los obispos andaluces han estado aquí, pero ha habido otros muchos por teléfono, carta, correos electrónicos...Después también se han puesto en contacto conmigo muchísimos capellanes castrenses, diversos militares de distintas graduaciones, personal de Defensa, a todos tengo que agradecer. Pero hay una anécdota, varias, por las calles de Jerez. Yo iba a recibir a los obispos el martes por la tarde e iba andando con mi secretario y tres hombres que estaban tomando el fresco en la plaza Plateros, se levantaron y me dijeron: «Mire usted, nosotros no hemos hablado nunca con usted, pero nos hemos enterado por los periódicos que se va. Enhorabuena, pero, mire usted, lo sentimos porque le queríamos y era usted tan buena persona». Eso me pareció como el piropo que le dieron a Jesucristo cuando le dijeron «Bienaventurados los pechos que te criaron y el vientre que te llevó». En andaluz, en jerezano, entre nosotros, ser buena persona significa mucho. Yo creo que el recuerdo de esas personas sencillas y de otras que en estos días han llegado es para mí el mejor regalo.

- Volviendo a la primera pregunta, al balance. Además de los logros más evidentes como han sido esta Casa Bertemati o la recuperación de la Cartuja, ¿de qué se encuentra más satisfecho?

- Sobre todo de mis sacerdotes y del laicado tan bueno que colabora con la Diócesis. Sin este laicado, por ejemplo esta casa de la Iglesia no se podría abrir, porque tenemos un voluntariado tan entregado a la Iglesia. Después del trabajo de Cáritas, y el centro de día de El Salvador fue muy importante. Pero, sobre todo, mis curas y los laicos. Yo me he sentido muy a gusto trabajando con los laicos. Después de esta entrevista tengo reunión con el consejo económico, hay un gabinete jurídico de profesionales de primer orden que trabajan gratis por la Diócesis; los delegados, desde el delegado de medios hasta el de hermandades y cofradías son laicos, y trabajan por amor a la Iglesia. Es muy importante el laicado de esta Diócesis, y mis sacerdotes que se multiplican para llegar a tantos sitios que hay que llegar y no pueden. Realmente, hacen falta más vocaciones. Y después, la niña de mis ojos siempre ha sido el Seminario. Traerme el Seminario a Jerez y dejar puesto en marcha el nuevo edificio de la casa sacerdotal y del Seminario, pues... Pero, a mí no me gustaría que me recordaran por las obras, solamente me gustaría que alguna vez se acordaran de mí con una Salve ante la Virgen de la Merced.

- En esta ciudad el sentimiento religioso aún late con fuerza, al contrario de lo que sucede en la sociedad globalizada, que parece dar la espalda cada vez más a la religión ¿no?

- Ese sentimiento religioso se da, en general, en España, y mucho más en Andalucía. La secularización fuerte que se da en otras partes de España, no se da aquí. Las raíces cristianas siguen fuertes en Europa, y hoy hay mucha gente joven que viene de vuelta del materialismo que seca el alma. Pero Andalucía y, en concreto, Jerez tiene una pequeña llama, que es la religiosidad popular. Esto es mucho más que las hermandades y cofradías, son las peregrinaciones, los santuarios, y eso caldea el alma y, además, hace que muchas personas vivan los momentos existenciales de su vida con una referencia a Dios, y eso es muy importante. El pueblo quiere a sus curas, quiere a la Iglesia. Una cosas son los grandes debates que se dan en los medios de comunicación sobre la laicidad, sobre la Iglesia y las confesiones, y otra cosa es el pueblo sencillo. En las visitas pastorales yo he visto mucha vida de santidad en esta Diócesis.

- Hablando de hermandades y cofradías, el otro día, si me permite la expresión, tuvo que dar un puñetazo encima de la mesa de los cofrades.

- Fue mi primer acto ya como administrador apostólico y fui un padre que tuve que dejar claro una serie de cosas. Lo hice con mucho cariño, con mucha claridad. Recé mucho. Porque yo no puedo abdicar de la misión de enseñar y de corregir y enseñar. Sea obispo ordinario como he sido hasta el día 30, o sea como administrador apostólico, porque sigo siendo obispo y el Papa me sigue encomendando la regencia de esta Diócesis. Pero son cuatro pequeñas cosas y el balance es positivo. Hay mucha vida en nuestras cofradías. Hay mucho servicio, mucha generosidad hacia los pobres. Como toda obra humana tiene sus defectillos, qué le vamos a hacer, quién no los tiene.

- Dejo claro usted, entre otras cosas, que no habrá Sábado Santo.

- Pero no lo digo yo, lo dice la normativa. Algunos se empeñan, Javier, en no leer la normativa diocesana. Por eso yo digo que no ha peor sordo que aquel que no quiere oir, o peor ciego que el que no quiere leer. Mire usted, usted tendrá una vista estupenda, pero si usted no coge el libro de la normativa, no se entera. Y si usted no va al misal romano, a los documentos de la Santa Sede o al magisterio de los obispos, nunca se va a enterar de lo que es el Sábado Santo. Frente a eso qué vamos a hacer. Pues insistir, como buen padre, una y otra vez para que los hijos lean.

- ¿Qué camino deben seguir las cofradías para que no se estropee esa unión con la religiosidad popular en Jerez?

- Fueron mis últimas palabras. Sentiros hijos de la Iglesia, no desconfiéis de los pastores.

- Ha citado usted antes a Cáritas y al comedor del Salvador. Cada vez son más los que acuden a pedir ayuda o un plato de comida a estas instituciones.

- Cuando yo hablaba de los seglares, habría que destacar la labor tan interesante que Juan de los Ríos, presidente de Cáritas, y su equipo están llevando a cabo en estos años. Siempre he dicho que la Diócesis tiene dos grandes pulmones: Cáritas, para los pobres más cercanos; y Manos Unidas para los que viven en el Tercer Mundo. Bueno, pues estas dos grandes instituciones son llevadas por seglares. Son meritorios de un monumento. La cantidad de horas y días que han echado Juan de los Ríos o Manos Unidas o Paco Holgado en la parroquia de San Rafael en El Chicle, que es el alma de Cáritas, que hasta con sus hijas ha ido a buscar alimentos. Nosotros veníamos observando desde primeros de año que las peticiones de ayuda han aumentado. Es evidente. En los momentos de dificultades económicas, llamese como se quiera llamar, ¿quién las sufre primero? Los más débiles. Esa persona que vive con 500 euros, los que tienen trabajos eventuales, los que vivían de la construcción y que tienen muchos hijos o mucha familia que atender. La Iglesia sabe de las grandes lacras de la sociedad y donde están los pobres allí está la Iglesia. Los pobres siguen siendo los privilegiados del Reino de Dios y han sido siempre los privilegiados de mi corazón.

- ¿Por qué tardará ocho o diez meses en llegar su sucesor?

- Piano, piano se va lontano, como dicen los italianos. Poco a poco. La Iglesia intenta buscar siempre lo mejor para cada Diócesis y eso necesita tiempo y estudio.

- Y cuando llegue ¿qué le dirá de Jerez?

- Que le entrego un pueblo muy generoso, que le entrego unos seglares de la Iglesia y que le entrego unos curas que se multiplican por servir a los demás. Que Jerez es un pueblo generoso.

- ¿Con qué sentimiento se va de Jerez?

- Hombre, yo soy humano y tengo mi corazoncito. Uno lo siente. Mi corazón nunca olvidará a Jerez porque he vivido como dice la juventud a tope estos ocho años. No he tenido ni vacaciones. Recuerdo que algunos años me fui de vacaciones a Matalascañas a casa de mis padres y me hacía tantos kilómetros que ya me cansé y me quedé en Jerez. Yo lo doy por bien hecho. Nunca me he sentido solo como obispo ni sé lo que es el aburrimiento.

- Gracias por el trato que ha dado a los medios de comunicación.

- Yo quisiera terminar dándote las gracias a ti y tu periódico LA VOZ de Jerez, porque siempre habéis estado cerca de la Iglesia.