El 80% de las reservas está en manos de compañías estatales. / AP
Economia

Un panorama cada vez más crudo

El precio del crudo ha marcado nuevos máximos históricos esta semana, al tiempo que se celebraba en Madrid el XIX Congreso Mundial del Petróleo. Este evento reúne cada tres años a las principales figuras del sector para analizar la situación de un mercado que atraviesa uno de sus momentos más críticos, con la cotización del barril disparada y ya por encima de los 146 dólares. Por esta razón, el certamen que ha tenido lugar estos días en la capital española ha suscitado un especial interés, como demuestra el hecho de que haya congregado, entre otras personalidades, a 35 ministros y 500 presidentes y consejeros delegados de empresas. Los intensos debates que se han mantenido desde el lunes no han servido para hacer bajar el coste del 'oro negro', pero sí para escuchar los distintos puntos de vista sobre un gran problema que amenaza el crecimiento económico mundial. Los productores, aglutinados en la OPEP, han insistido en que la especulación es la causa de la escalada porque la oferta es suficiente; los consumidores, representados por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), han sostenido lo contrario: que falta petróleo para atender la pujante demanda de economías emergentes como China e India. En medio estará, probablemente, la verdad y la difícil solución.

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Lo que es un hecho incuestionable es que el mercado del crudo atraviesa una de sus etapas más turbulentas. «Según nuestra base de datos, es la primera vez que el precio se mantiene durante seis años al alza, encadenando un récord con otro», apunta el presidente de British Petroleum (BP), Tony Hayward, en el último informe de la compañía.

También es indiscutible que existen factores económicos reales que justifican, al menos en parte, la escalada. Por la parte de la demanda, a las ya considerables necesidades del mundo desarrollado se han sumado en los últimos años el creciente consumo de las economías emergentes. «La industrialización de Europa implicó a cerca de 50 millones de personas; la de EE. UU., entre 150 y 200 millones; ahora estamos hablando de miles de millones», resume Hayward.

China acaparó el año pasado el 50% del crecimiento de la demanda energética debido, entre otras razones, a la progresiva motorización de sus ciudadanos. Ya en ese ejercicio consumió 7,8 millones de barriles diarios, el 9,3% del total. Según el presidente de la petrolera estatal china CNOOC, Fu Chengyu, en los próximos cinco años alcanzará los 20 millones de barriles, lo mismo que hoy en día necesita Estados Unidos y que equivale al 25% del total mundial.

Se supone que los elevados precios del petróleo y la ralentización económica deberían compensar en cierto modo este efecto y reducir el consumo en los países industrializados. Pero no es así porque la estructura de la demanda ha cambiado y se ha hecho más inelástica al ganar peso el transporte, que supone el 58% del total. La prueba es que el consumo de gasolina y diésel en EE. UU. no ha dejado de aumentar en los últimos años pese al encarecimiento de los carburantes.

Por el lado de la oferta, los expertos insisten en que sigue habiendo recursos suficientes para atender las necesidades. Las reservas probadas ascienden a 1,2 billones de barriles, suficiente para hacer frente al ritmo de producción actual durante otros 40 años. El problema reside más bien en que los yacimientos de hidrocarburos más rentables, que son los que se encuentran relativamente cerca de la superficie y con crudos de los denominados 'dulces' -con poco azufre-, se han agotado o están cerca de agotarse. Ahora el petróleo hay que buscarlo en el fondo del mar, a veces a más de 3.000 metros de profundidad, y eso es mucho más caro. O bien es de peor calidad y entonces requiere mayor esfuerzo para refinarlo.

Pero la mayoría de expertos ha coincidido en señalar en Madrid que las dificultades de suministro vienen más de la política que de la geología. «Cuando se trata de producir petróleo, los problemas se encuentran más en la superficie que debajo de ella», resumió gráficamente el economista jefe de BP durante su conferencia.

Para empezar, el 75% de las reservas probadas de petróleo están localizadas en el subsuelo de los 13 países que integran la OPEP, una organización que no se caracteriza precisamente por su carácter democrático y abierto. Este 'oscuro' cártel causó los dos anteriores shocks petroleros: el de 1973, cuando decidió cortar el suministro a los países -especialmente Estados Unidos- que habían apoyado a Israel durante la guerra del Yom Kippur contra Siria y Egipto; y en 1979, como consecuencia de la revolución iraní y la posterior guerra contra Irak.

Arabia Saudí, el mayor productor del mundo con el 21% de las reservas y el 12% de la producción, sigue ejerciendo de 'cara amable' de la OPEP, aunque sus dirigentes aseguraron en la cumbre de Madrid que no hace falta bombear más crudo en el mercado y que la especulación tiene la culpa de la escalada de los precios.

Las petroleras, por su parte, advirtieron de que el 80% de las reservas mundiales está en manos de compañías estatales, mientras que son las multinacionales las que asumen el 70% de la costosa inversión para descubrir y explotar nuevos yacimientos. El presidente de Repsol, Antonio Brufau, alertó en este sentido contra los continuos cambios fiscales que introducen los países productores «interesados en quedarse con una mayor parte de los ingresos derivados de los altos precios».