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Rusia y la UE intentan superar sus diferencias para sellar un acuerdo

Medvédev recibe a los líderes de la Unión en un importante campo petrolífero

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El presidente ruso, Dmitri Medvédev, en el poder desde hace menos de dos meses, recibió ayer a los líderes europeos en Janti-Mansiisk, capital de la región siberiana de Yugra, el mayor campo petrolífero del país. Se trata de la XXI cumbre Rusia-UE, cuya parte oficial tendrá lugar hoy. Ayer, Medvédev ofreció a sus invitados una cena, asistieron después a un concierto y, como colofón de la jornada, vieron el partido de semifinales de la Eurocopa, Rusia-España.

Por parte europea, asisten el primer ministro esloveno, Janez Jansa; el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana. Se espera que el principal resultado del encuentro sea el anuncio del lanzamiento de las negociaciones para la conclusión de un nuevo acuerdo estratégico entre Moscú y la nueva Europa de los 27. Esas conversaciones deberán comenzar a partir del próximo 4 de julio.

Los intentos de renovar ese tratado, que entró en vigor en 1997 para un periodo de diez años, se han visto bloqueados desde 2006 por los desencuentros habidos entre Rusia y sus antiguos aliados. Polonia vetó las negociaciones por el embargo impuesto por Moscú a sus productos cárnicos; y Lituania, en protesta por haberse quedado sin petróleo a causa de las obras realizadas por Rusia en el oleoducto. Con Estonia también hubo cruce de acusaciones y conflictos debido al cambio de emplazamiento de un monumento al soldado soviético.

Atizar la tensión

Los puntapiés del Kremlin a los derechos humanos, la falta de democracia y los continuos exabruptos de Vladimir Putin, actual primer ministro, contribuyeron a atizar aún más la tensión. Por eso, Rusia y la Unión Europea llegan a la actual cumbre cansados de tantas desavenencias y con el deseo, declarado por ambas partes, de hacer borrón y cuenta nueva y de abrir una nueva página en los contactos bilaterales. La ocasión parece propicia para ello, ya que el interlocutor no será ya el correoso Putin, sino un presidente con ideas más modernas, al menos en sus declaraciones.

Algunos expertos calculan que el nuevo acuerdo no estará listo para su firma hasta dentro de unos dos años. Rusia se sigue resistiendo a ratificar la Carta Energética, documento que obliga a quienes lo suscriben a liberalizar el mercado de la energía. Gazprom monopoliza en Rusia no sólo la extracción, el transporte y la exportación de gas, sino también gran parte del sector petrolífero.

El comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, miembro de la delegación presente en Janti-Mansiisk, señaló que Gazprom «debe aceptar el marco legal europeo». La cuestión es de suma importancia porque Rusia suministra el 25% del gas que se consume en la UE y casi el 20% del crudo. Esos porcentajes irán aumentando en los próximos años a menos que Europa se dote de fuentes alternativas de energía.

Otros temas espinosos de la reunión serán las divergencias existentes entre Rusia y la Unión Europea a propósito de Kosovo, la ampliación de la OTAN y el escudo antimisiles que EE UU se propone desplegar en Polonia y la República Checa. Se hablará además de la crisis iraní, Afganistán y Oriente Próximo, de la crisis financiera mundial y de la subida de los precios de los alimentos