HASTA EL FINAL. Cowen saluda a una seguidora durante la jornada de reflexión en un supermercado de la ciudad de Roscrea. / AFP
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Irlanda vota su futuro en la UE

El único país que decide en referéndum si ratifica el Tratado de Lisboa acude hoy dividido a las urnas, aunque con una ligera ventaja del 'no' y un elevado porcentaje de indecisos

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Los irlandeses votan hoy una enmienda a su Constitución de 1937 que incorpora el Tratado de Lisboa, un compendio de leyes que reforma la Carta Magna europea rechazada por franceses y holandeses en 2005. Irlanda es el único país donde el nuevo texto se decide en referéndum y los últimos sondeos pronostican que será rechazado.

Los líderes de los tres principales partidos que piden el 'sí'- el primer ministro Brian Cowen, de Fianna Fail; Enda Kenny, de Fine Gael; y Eamon Gilmore, del Partido Laborista- ofrecieron en la víspera de la jornada de reflexión una conferencia de prensa conjunta con el ánimo de movilizar a los indecisos, en un gesto inusual que ilustra la seriedad con que se toman la consulta y su temor a que salga el 'no'.

Cowen se mostró convencido de que los irlandeses se posicionarán hoy de modo afirmativo, aunque los últimos sondeos publicados, hace una semana, revelaban que el 'no' aventajaba por 35% a 30% en la disposición del voto. El número de indecisos es muy alto -una cuarta parte de los electores-, aunque se espera una elevada participación para este tipo de consultas.

La mayor razón para el optimismo de los partidarios de la ratificación es un acuerdo de última hora entre Cowen y el poderoso sindicato de granjeros, por el que el Gobierno de Dublín se compromete a vetar cualquier acuerdo negativo para el sector agropecuario que alcance el representante de la Unión Europea en la ronda de negociaciones de la Organización Mundial de Comercio.

Los partidarios del 'sí' han rehusado entrar en una polémica pública con el ministro francés de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, que declaró en una entrevista que «los irlandeses serían las primeras víctimas del 'no'». Y añadió que «sería muy preocupante que no podamos contar con los irlandeses cuando ellos han contado con tanto dinero europeo», desde su incorporación en 1973.

Pero el argumento de que los irlandeses deben un 'sí' a la UE como consecuencia de los beneficios obtenidos de los fondos comunitarios ha sido evitado por los políticos de Dublín, que han preferido centrarse en lo que definen como tergiversaciones sobre el contenido del tratado por los grupos que promueven el 'no'. De hecho, la intervención de Kouchner no ha sido bien recibida.

El presidente de Sinn Fein, Gerry Adams, el único partido parlamentario que promueve el 'no', aseguró que su propia experiencia del proceso de paz en Irlanda del Norte garantiza que es posible lograr un acuerdo mejor si la población rechaza el proyecto constitucional de la UE. Según Adams y otros partidarios del 'no' se debería contemplar que se conservase un comisario irlandés permanente y cláusulas especiales que permitieran la exclusión en tres aspectos: mantenimiento de la neutralidad histórica de la república de Eire, legislación laboral favorable a los trabajadores y preservación de los servicios públicos.

Estos dos últimos elementos han movilizado a la izquierda extraparlamentaria y también a algunos sindicatos. Junto a ellos, el empresario Declan Ganley promueve una campaña singular por el 'no' con su organización, Libertas, completando un cuadro heterogéneo de fuerzas contrarias a la ratificación y que ha sido muy vigoroso durante la campaña.

La disputa final entre las dos partes de la contienda ha sido sobre lo que ocurrirá después. Los partidos del 'sí' han advertido de que Irlanda no tiene garantizada una renegociación de algunos aspectos del Tratado de Lisboa, como ocurrió tras el rechazo irlandés del de Niza en 2001, que se resolvió con un ligero maquillaje y un segundo referéndum.

Viaje a Bruselas

Ganley ha sido elocuente y directo. Dice que ha comprado tres billetes de avión de Dublín a Bruselas, para las seis horas de mañana, con el fin de que los tres principales líderes políticos acudan a la capital europea a renegociar los aspectos que movilizan a la coalición del 'no'.

En un último intento por convencer a los indecisos, el diario 'Irish Times' apeló ayer en su editorial «al profundo impacto que el voto tendrá en el curso de nuestra vida diaria durante muchas décadas. Este referéndum es un voto nacional con consecuencias internacionales, no sólo para Irlanda sino para la Unión Europea en su totalidad». Hasta el momento, quince de los veintisiete países de la UE han ratificado el Tratado de Lisboa a través de sus respectivos parlamentos y está previsto que entre en vigor el 1 de enero de 2009.

Europa tiembla ante un posible rechazo por parte de los irlandeses. El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, aseguró que «no hay 'plan B'» y que un voto en contra del tratado «tendrá un efecto negativo para la UE». Tiembla especialmente París porque, de ganar el 'no', la presidencia francesa, que comienza el 1 de julio, se convertirá en una 'presidencia de crisis' centrada en salvar un tratado que se ha estado negociando durante la última década y que pretende acomodar las estructuras de la Unión a la nueva realidad europea.