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CASILLAS

La pasarela futbolística de Innsbruck vivió la placentera puesta de largo de una selección que lucha por enterrar su sino en las citas grandes. En esta ocasión el efecto Hiddink no fue suficiente y Rusia, con más pena que gloria, se rindió ante una España que, sencillamente, ahora es mejor.

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Tarde tranquila para el madridista. La escasa pegada de los rusos le convirtió durante mu-chos minutos del encuentro en un auténtico convidado de piedra. Y cuando se acercaron, el duende del palo volvió a ser su mejor aliado.