DEGUSTACIÓN. Los caldos de Château D'Yquem se combinaron con langostinos, fresas o queso.
Sociedad

Sublime batalla de sabores

Una leyenda mundial del salón, Château D'Yquem, combinó sus vinos con recetas de la Escuela de Hostelería local

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Los organizadores le llamaron Armonías Sublimes, aunque lo que se produjo en ayer la Torre del Homenaje del Alcázar de Jerez fue más una batalla -sublime, sí- de sabores. La Escuela de Hotelería, capitaneada por Vicente Fernández, se enfrentó con éxito al reto de proponer recetas a dos leyendas: los millésimes de Château D'Yquem, probablemente los mejores vinos dulces del mundo.

El torneo, medieval como la plaza y los orígenes de las viñas, atrajo a un centenar de personas, la mayor parte de las cuales se tuvo que quedar fuera. De una parte de la felicísima contienda, los Millésimes de 1996 y 2002 de la bodega de Sauternes. De la otra, bandejas de queso, brochetas de langostinos cocidos, fresas al vinagre...

El maridaje de sólido y líquido hizo desaparecer los primeros comentarios de anécdota. El «¿Sabes cuánto vale una botella de este vino?» -entre 200 y 2.000 euros en bodega- dio paso a las laudatorias a Pierre Lurton, presidente de la bodega, que se mostró divertido de que los cocineros reten a sus caldos.

«Puede que les hayan temblado las rodillas, pero les ha salido muy bien. Perfecto», dijo Lurton, que asegura con naturalidad que los Château D' Yquem y su hongo mágico -Botrytis Cinerea- casan con mucha facilidad con los alimentos. De las propuestas de Fernández y los suyos, la que le resultó la más «feliz» fue la brocheta con langostinos. «Ha sido una suerte probarlo», dijo, aunque confesó que su mejor baza para combinar sus caldos es el queso Comté francés, «un poco más dulce y suave» que el que se degustó.

Lo esencial de la tarde en el Homenaje ocurrió en los paladares y en las narices, pero la jefa de bodegas, Sandrine Garbay tuvo algunas palabras para que los asistentes supiesen lo que se les presentaba. «En primer lugar la cosecha de 2002, un vino joven y fresco, con de fresas, dulce y suave en la boca, también con notas de madera noble en el que el roble juega un papel muy importante», explicó.

Su segundo campeón era un Millésime 1996, un vino «clásico, muy de la casa, casi académico que se encuentra al principio de su segunda evolución. Tiene notas más de especias, de mermelada y de madera noble también.

Hoy los que tengan la suerte de poseer una invitación de la bodega -el papel más cotizado ayer en Vinoble- podrán catar los Château D'Yquem, esta vez en soledad gastronómica. Serán las añadas 2004, 2003, 98 y 88, a las 12.30 en la mezquita.

apaolaza@lavozdigital.es