Este último trabajo apuesta por un equilibrio que relanza su fluidez.
Cultura

El regreso de la inspiración

Cinco años después de su última entrega discográfica, los británicos Tinderstick cierran su crisis con 'The Hungry Saw'

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Los brillantes inicios suelen estar asociados a discretas continuaciones. Y el fulgurante arranque discográfico de Tindersticks así lo puso de manifiesto cuando, después del magnífico nivel exhibido en sus iniciales álbumes homónimos (1993 y 1995), el grupo de Nottingham se dejo llevar por una cómoda corriente de manierismo esteticista, capaz de mantener a flote la elegante y distinguida apariencia de su pop de cámara aunque negado para reavivar el sustrato emocional de sus primeras canciones.

Aunque trabajos como Curtains (1997) o Simple Pleasure (1999) terminaran arrojando razones para el optimismo, el grupo entró en el nuevo siglo enfilando derroteros muchos más predecibles y prescindibles, además de ceder espacio a proyectos en solitarios de sus componentes. Lugar destacado para los dos álbumes publicados por su cantante Stuart A. Staples, el último de los cuales -Leaving Songs (2006)- fue presentado por el músico británico en el gaditano Aulario La Bomba en noviembre de 2006.

Después del abandono de componentes como Dickon Hinchliffe, Alasdair Macaulay y Mark Colwill, y cinco años después de un Waiting for the Moon (2003) que reflejó su estancamiento, Tindersticks regresan al escaparate discográfico de la mano de una argumentación que encarna sus mejores cualidades.

The Hungry Saw (Beggars Banquet-¿Pop Stock!; 2008) posterga unos grados el afligido tono de episodios precedentes para apostar por un equilibrio que relanza su fluidez expositiva, agarrado al calado melancólico de sus melodías. Producido por el propio Staples y grabado en su estudio de Francia, con el grupo reducido a trío aunque con la participación e implicación de algunos de los responsables de la definida sonoridad del grupo -Neil Fraser, David Boulter además de los arreglos de viento de Terry Edwards-, The Hungry Saw pondera el modelo Tindersticks a través de una jugosa estructura que combina oxigenantes instrumentales de cuerdas y vientos -E-type o The organist entertains- con canciones de lograda definición.

Una demarcación donde el refinado intimismo marca de la casa (Yesterday Tomorrows o un All the Love, con la aportación vocal de Suzanne Osborne) se solidariza con la luminosidad armónica de The flicker of a little girl o el latido pianístico de Come feel the sun.

Tindersticks recuperan la inspiración en un momento en que pocos observadores y seguidores apostaban no ya por el relanzamiento creativo del grupo sino por su mera supervivencia. La salida de la crisisse evidencia en The Hungry Saw y supone la recuperación de una banda con sobrada personalidad para exigir voz y voto en el horizonte más distinguido del pop británico.