LUIS GARCÍA GARRIDO SENADOR

«En los cargos siempre se está en precario, hay que hacer este trabajo con humildad»

Después de 23 años en la administración autonómica, 20 de ellos como viceconsejero, el ex titular de Obras Públicas abandona la Junta y se estrena como senador por Andalucía. El político sanluqueño habla aquí, por una vez, de su nueva etapa personal, de su experiencia y su concepto de la actividad pública y no de leyes, proyectos, tramos de carreteras, clases de traviesas, suelos o áreas logísticas.

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-Contra todo pronóstico, su salida total del ámbito de gobierno andaluz. ¿Cómo se encuentra?

-Yo estoy bien. El cambio del ejecutivo al legislativo es importante, desde el punto de vista de los hábitos, las prioridades, pero sigues en política, que es lo apasionante. Mi obsesión es que la gente sea más feliz y el tiempo que le pueda dedicar a esto, que será como viene siendo tradicional mucho, lo haré allá donde me lleguen los brazos, y si ahora es estar en un proceso legislativo, visitar gente, saber problemas, intentar ayudar, eso haré. Estoy adaptándome.

-¿Pasar de Obras Públicas al Senado obliga a despresurizarse?

-Sí, sobre todo porque la inmediatez de la respuesta no la tienes que dar ahora. Antes cada vez que ibas a un viaje tenías que aprenderte las características del municipio, cómo van las inversiones, la actividad, el empleo. Ahora soy un poco más dueño de mi tiempo.

-¿Qué primera impresión le ha producido el Senado?

-He ido a llevar los papeles, no he visto más que el edificio. No sé cómo será el debate allí, lo veré el martes, que hay pleno y se constituyen las comisiones, yo estoy en las de Fomento y Hacienda. Pienso estar mucho más tiempo por la provincia y por Sevilla, en los temas que me encarguen y a disposición de la estructura provincial del partido.

-Es un momento de balance, supongo que personalmente lo habrá hecho.

- Claro.

-Han sido ¿23 años en la Junta?

-Salvo un año, de octubre del 94 a octubre del 95, que por razones personales permanecí en casa, desde el 85, que fui para Sevilla. He pasado 23 años haciendo la maleta para el fin de semana.

-Antes fue el más joven de la mesa de edad de la Diputación.

-Eso fue en el 83, con Alfonso Perales. Estuve de concejal en el 79, con 24 años de los de entonces, que no tienen nada que ver con los de ahora. Hasta el 85 fui diputado y entonces me marché a Sevilla, como director general. De los 23 años, 20 de vice.

-¿Primero en Cultura?

-Sí. Fue una época muy bonita, me tocó sacar la primera ley del patrimonio histórico andaluz, la Expo, la Andalucía 92, los grandes eventos. Se utilizó el Campeonato del Mundo de Vela para hacer los puertos de Rota y Chipiona, el desvío de los famosos 7 grados del polígono de tiro para liberar Sancti Petri, donde se hizo el campeonato de tabla; se amplió el aeropuerto de Jerez, la infraestructura náutica de Puerto América y Puerto Elcano

-Del 96 a 2000 estuvo en Medio Ambiente, con José Luis Blanco ¿Qué recuerdos le quedan?

-Una parte de grandes alegrías, como la ley de Doñana, la gestión de los parques naturales, y otra parte desagradable, la balsa

-Se acaban de cumplir diez años de la rotura de Aznalcóllar, ¿qué ha sentido al volver a ver las imágenes?

-Aquello fue muy duro. He visto, eso sí, mucha literatura de gente que no ví yo por allí entonces. También me cogió el encallamiento del J.P.Bobo, el barco de suministro de la Flota americana, en la Bahía. Algunos fallecidos por incendios forestales, que fue muy desagradable. Pero me quedo con la gestión de los parques naturales, o antes con la creación de las federaciones andaluzas de deporte son hitos que uno va seleccionando, para defenderse de los malos recuerdos. Pero hay cosas muy fuertes que no se olvidan.

-¿Y los ocho años en Obras Públicas?

-La primera parte con las competencias de Agua, que luego pasaron a Medio Ambiente, fue complicadísima. Luego ha sido una etapa muy intensa: la 381, liberar el peaje, el tranvía, por hablar de Cádiz; la puesta en marcha de los metros, la ordenación del territorio, la ley de la vivienda, la creación de los consorcios de transportes. Son unos temas apasionantes: la defensa del litoral, el modelo de desarrollo, las conexiones con el resto de España, las negociaciones con el ministerio, la cooperación internacional en materia de arquitectura

-Después de todas las quinielas en los periódicos y los cenáculos, sorprendió también en medios profesionales y empresariales su exclusión. ¿Qué le ha parecido?

-Los que somos nombrados por decreto nos renuevan el contrato todos los martes, y a los consejeros todos los días, un decreto del presidente basta. Acabada la legislatura, el presidente tenía que hacer su equipo con absoluta libertad, y yo estoy a su disposición. Se ha cumplido la tradición: cuando a un consejero le sustituye un vice, éste no nombra vice, de modo que hace el trabajo de los dos, porque está a final de la Legislatura, y por último no forma parte del Gobierno siguiente. El proceso ya se inauguró en 2004. Pero yo, encantado.

-¿Sin resentimiento, entonces?

-Yo me considero un tío muy afortunado. He estado en los grandes momentos y los grandes debates de Andalucía. Tengo grandes vivencias, mías, gracias a mi partido, que las daré a quien las demande y le pueda servir para algo. He estado en muchos debates, muy importantes, el último el del estatuto, o en las negociaciones con Bruselas, o en la posibilidad de dibujar Andalucía desde la orografía , tiene algo de mágico todo eso, poder pensarlo, planificarlo, ejecutarlo o dejarlo lanzado. Y haber podido hacer a la gente más feliz, como te decía, que tengan ascensor en su casa, resolver algunos problemas, u orientarlos.

-¿Por su edad se considera parte de la primera generación del PSOE o está un poco en medio?

-Cuando en los 90 vino el embajador de Estados Unidos y se vio con Felipe González, con el presidente de la Junta, que era Rodríguez de la Borbolla, con mi consejero, que era Torres Vela, y conmigo, por último, preguntó ¿qué ha pasado en España, dónde se han ido los viejos? Éramos todos jóvenes. El presidente del Gobierno ha dado un mensaje al elegir ministra a Bibiana. Como en Europa, ya no hay edades homogéneas, sino diversas, ahora habrá en política señores de 70 y otros de 30 y 25 es una normalidad. Pero las generaciones, si hubiera que cortarlas, creo que la generación de los 50 y 60 en general forma un mismo paquete.

-¿Cómo se debe hacer la renovación? Ahora que se habla tanto de sucesión en su partido y en Andalucía

-En general, y no en la política, ha cambiado la percepción de la edad. Cuando fui director general de Juventud, en el 85, se era joven hasta los 25, así lo decían los papeles. Ahora se es hasta los 35. El concepto de joven se ha trasladado 10 años. La expectativa de vida ha crecido, eso conforma una realidad distinta, también en la política. Ahora aparecerá en el escenario gente de una edad, de otra

-¿Pero toca relevo ya?

-Eso es muy complejo, tengo mis dudas de que sea una decisión a tomar sin más. Están las estructuras de los partidos, la composición, la representación de las realidades sociales, no sólo de los sectores a partir de ahí el partido tiene que designar quién lo tiene que dirigir. Es una decisión de oportunidad colegiada que habrá que tomar. A mí me parece bien lo que se dice, que todos estamos a disposición, los de una edad y los de otra, de una estrategia y una opción política que va a cumplir 130 años. Es mucho tiempo. Las decisiones se toman en cada congreso. Pero la situación está bien, acabamos de sacar una mayoría absoluta en Andalucía, y eso no es fácil, el nivel de respaldo de la opción y los candidatos que la representan ha sido la que es.

-¿Qué diferencias ve entre los políticos que llegan ahora y los que empezaron en su época?

-Creo que se viene con menos experiencia directa de los comportamientos, los compromisos que te hacían militar, que eran mayor es o más vehementes. Los jóvenes que se incorporan ahora a la política tienen una realidad social distinta, que también buscan mejorar, pero la percepción de la injusticia es más sofisticada, menos llamativa, aunque existe, y aparecen valores nuevos. Antes era el derecho al desempleo, las prestaciones sociales, la no marginación por los orígenes o la cuna, necesidades muy primarias, eso de que llegara alguien y señalara con el dedo al que trabajaba ese día. Ahora aparecen valores nuevos, como la presencia de la mujer en la actividad pública, resolver a las generaciones futuras la atención a los mayores, que antes asumía la familia, a los inmigrantes

-¿Da vértigo el cambio social, no ya político, en estos 20 años?

-Sin duda. En poco tiempo estamos en igualdad de condiciones con el resto de Europa. Y hemos vivido el cambio del planeta, la tecnología. Mi madre usa un móvil y yo me recuerdo pegado a la radio porque no había televisión.

-¿Qué es el poder? ¿Cómo se lleva con él?

-No le he encontrado la púrpura esa que dicen. No sé si ahora en el Senado, que hay que llevar el ribete en la toga, ja ja ja. A mí me parece que el poder es una responsabilidad personal tremenda, y una renuncia a uno mismo tremenda también. Su recompensa es la satisfacción el deber cumplido. Y tiene algo de vanidad, unos lo exhiben de una manera, otros de otra pero se va perdiendo con el tiempo, porque llega un momento en que consideras normal hacer una serie de trabajos. ¿Plusvalías? Creo que somos unos afortunados los que estamos en política. Los ciudadanos te dicen toma mi dinero, el boletín oficial para que hagas normas que estoy dispuesto a cumplir, detecta bien mis problemas y, por favor, no te quedes con mi dinero.

-¿Se acostumbra a estar sin coche oficial, sin varias secretarias, sin esos atributos que se terminan por considerar esenciales?

-Lo que peor llevo es escribir a máquina, pero el grupo parlamentario en esas cosas te apoya. Para lo demás, no tengo problema. Yo he tardado de irme de los sitios en que he estado cinco minutos. El tiempo de coger unas cajas que se llaman me lo llevaré, donde iba dejando las cosas mías En los cargos siempre se está en precario y hay que hacer este trabajo con cierta humildad.

-Pero los políticos están siempre bajo sospecha.

-Sí, se piensa por algo estará ahí. La única manera de resolverlo es que te vean más cercano, que estés un día en la prensa y otro tomando una copa conla gente en un bar.

-Pero la vida interna de los partidos es, por decir una palabra amable, complicada

-Como en todos los colectivos. Pasa en la empresa también. Es una cosa de la especie. Filias y fobias hay en los equipos de fútbol, en las hermandades Somos así, los humanos.

-Pero a los políticos se les exige más.

-Está bien que así lo sea. Creo que es más grave, aun estando mal en cualquier caso, que un señor se quede con un euro de la administración pública que con un euro de una entidad financiera

-¿No ha tenido la tentación de considerarse intocable, que le pasa a mucha gente, que no acepta las críticas, las disensiones, que se despegan un poco de la realidad?

-Yo he intentado que no sea así.

-¿El sectarismo se ha instalado en la vida pública?

-Yo creo que se está buscando sistemáticamente lo que nos separa, no lo que nos une. Pero dentro de cualquier opción política se habla de sectarismo cuando no se trata más que la consecuencia de elegir un equipo, como sucede ahora en el PP, Rajoy está intentando plantear su propia estrategia.

-En el Senado puede hacer carrera, mire González Pons.

-Yo no tengo objetivo para correr, no quiero ser nada de mayor, yo lo que quiero es trabajar para la gente. No sé si me vas a creer, yo no estoy buscando un proyecto personal aquí, yo no quiero ser tal cosa o tal otra Llevo muy mal lo de los codazos, no sé hacerlo

-Yo lo decía porque esto no es una despedida, parece que hablamos como si entornara el adiós a la vida.

-Ah, claro, no, no, es una etapa distinta. Pero al igual que cuando hace cuatro años entré en obras públicas y ahora se supone que puedo estar el mismo tiempo en el Senado, yo stockaré mi compromiso político por estos cuatro años, y no estaré pensando en los otros cuatro, no sé hacerlo.