ESPAÑA

Hallado en Burdeos un coche que utilizó ETA para matar a dos guardias civiles

La policía francesa ha encontrado a las puertas de Burdeos uno de los vehículos empleados en la huida por los tres activistas de ETA que el pasado 1 de diciembre asesinaron a dos guardias civiles en Capbreton (Las Landas). Se trata del automóvil que el comando robó a punta de pistola a una conductora a quien abandonaron atada a un árbol y que, según las primeras constataciones, ha permanecido los cinco meses transcurridos desde entonces en el mismo lugar.

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El coche, un Peugeot 307 SW familiar de color azul, fue localizado el pasado puente del 1 de Mayo en Talence (Gironda), localidad limítrofe con Burdeos por su periferia meridional y, por tanto, acceso natural desde Las Landas. Se encontraba estacionado en el aparcamiento de una barriada de viviendas sociales y conservaba las placas de matrícula auténticas -1054 QZ 40- que habían sido divulgadas en un llamamiento policial a la colaboración ciudadana.

El automóvil ha sido sometido a una exhaustiva inspección por parte de especialistas de la Policía Técnica y Científica en busca de huellas dactilares y restos orgánicos con la esperanza de identificar al tercer componente -en fuga- del comando. Sus otros dos presuntos integrantes -Saioa Sánchez y Asier Bengoa- fueron detenidos cuatro días después del doble crimen en el Macizo Central al cabo de una caza al hombre por todo el suroeste de Francia que movilizó a 3.000 agentes.

«Marcada»

El hallazgo confirma la hipótesis de que el trío se separó al llegar a Burdeos donde la policía perdió la pista del fugitivo, al que de manera oficiosa se ha identificado como Aitzol Iriondo 'Gurbitz', uno de los supuestos jefes del aparato militar en la actualidad. El dirigente pudo beneficiarse de infraestructura de seguridad mientras que la pareja de militantes se vio condenada a una accidentada huida en coches robados, autobús, taxis y auto-stop con los gendarmes en los talones.

Fanny Tilhet, la dueña del coche ahora recuperado en Talence, declaró a finales de 2007 en el diario 'Le Parisien' que se sentía «abandonada», estaba «muy marcada psicológicamente» y tenía «problemas materiales consecutivos al robo». La rehén, de 31 años, madre de dos niños de 2 y 4 años, estuvo un par de horas en poder del comando, primero en el maletero y luego en el asiento trasero del coche con el que recorrieron cien kilómetros.