Editorial

Fuera apariencias

El encuentro solicitado por el lehendakari Ibarretxe al presidente Rodríguez Zapatero, que finalmente se celebrará el próximo 20 de mayo, se ha visto postergado, sin duda, por el propósito del primero de involucrar al segundo en un proyecto del que éste discrepa en fondo y forma. La insistente petición pública del encuentro entre Ibarretxe y Rodríguez Zapatero ha intentado ocultar los motivos de fondo de la discrepancia provocada por el plan Ibarretxe tras una disputa de apariencias que realce la disposición al diálogo del Lehendakari frente a la cerrazón del Presidente.

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La agenda trazada por el inquilino de Ajuria-Enea, y asumida por su partido a pesar de los pronunciamientos dubitativos o equívocos de sus actuales dirigentes, contemplaba desde el primer momento una reunión con quien accediera a la Moncloa tras las pasadas elecciones de marzo como paso previo a la celebración de un pleno parlamentario en Vitoria que consagrase la vía de la doble consulta. Pero lo peculiar del encuentro solicitado es que ha sido concebido en el proyecto del Lehendakari como un trámite tras el que, ocurra lo que ocurra en la cita, el Parlamento Vasco votará la agenda propuesta por Ibarretxe. Concretamente en un pleno previsto a todas luces para el próximo 27 de junio.

El anuncio de que el Lehendakari hará llegar próximamente al Presidente su propuesta por escrito tampoco permite pensar que su contenido difiera sustancialmente de las versiones ya conocidas de su plan. Lo que resulta imprescindible es que el juego de las apariencias dé paso de una vez a la asunción de responsabilidades. Si Ibarretxe, su partido y sus socios en el Ejecutivo mantienen su mirada fija en un pleno parlamentario que, al margen de la legalidad vigente, habilite al Gobierno vasco para organizar una consulta lanzadera del proyecto soberanista tendrán que aclarar si desean o no el apoyo de EHAK y, en cualquier caso, deberán atenerse a las consecuencias de tan comprometida iniciativa.

A no ser que -y esto sería lo deseable- un mínimo sentido de la realidad les lleve a renunciar a una vía tan arriesgada y se avengan a trabajar por un desarrollo consensuado del autogobierno vasco dentro del amplio cauce que brindan el Estatuto y la Constitución.