PERFIL. La silueta de la escultura de Vassallo ilustra el abanico de hoy tras convertirse en una de las imágenes más reconocibles de la ciudad de Cádiz.
Cultura

La mujer que siempre miraba hacia el mar

La tercera entrega de la colección de abanicos pintados a mano de LA VOZ rinde homenaje a uno de los iconos de la ciudad, la 'Diosa Gades' de Vasallo

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Nadie diría que tiene 60 años viéndola tan rotunda, bella y majestuosa mirando al mar sin descanso. La Diosa Gades, como escultura, nació hace seis décadas pero no fue hasta los años 90 cuando su imagen (resumen lírico de todas las grandezas y tristezas de la ciudad) se hizo un hueco en el imaginario popular. Aunque Juan Luis Vassallo (Cádiz, 2 de mayo de 1908-Madrid, 18 de abril de 1986), la esculpió en 1948 y con ella ganó la Medalla Nacional de Bellas Artes ese año, no fue hasta finales del siglo XX cuando los gaditanos adoptaron su gesto y su rostro como resumen, estampa y símbolo colectivo. En 1987, la Autoridad Portuaria de Cádiz decidió recuperar una gran reproducción de la imagen, de cuatro metros de altura, para presidir el Paseo Pery Junquera (vulgo Punta de San Felipe) y todos los lugareños o visitantes se encariñaron con la joven. Vassallo fue, sin lugar a dudas, el más insigne escultor gaditano de todo el siglo XX.

De su obra, de su larga trayectoria docente y de los encargos que recibió salieron obras de gran prestigio y reconocimiento, tanto en lo monumental, como en la te-mática religiosa, la del desnudo o el busto figurativo. De sólida formación, su contribución fue capital para renovar todos los conceptos de la escultura en España durante su tiempo. Gracias a su exquisita técnica y a una sensibilidad incontenible, era capaz de dominar todos los estilos, de saltar del clasicismo a la vanguardia. Hijo de pintor y alumno del maestro José Capuz, su talento creció a la sombra de los genios del Siglo de Oro y la dulzura del Renacimiento italiano.

El resumen de todas sus vivencias, sus aprendizajes, sus clases y sus influencias fue una carrera asombrosa, que se puede adivinar gracias al espacio de homenaje permanente en el Centro Reina Sofía de Cádiz.

Pero para el gran público, para los gaditanos que no tengan entre sus aficiones la historia del arte y la escultura, queda como imagen permanente la Diosa Gades. También presente en el Paseo Marítimo (con una reproducción más pequeña) es para los gaditanos su sirenita erguida, su musa marinera que espera que la riqueza, el progreso y ese amor que partió regresen alguna vez para quedarse. Ce-gada por la luz incalificable de la ciudad-isla, se protege los ojos con la mano derecha.

Su imagen se suma ahora a la colección Cádiz al aire a través del abanico inspirado en la obra de Teresa Valdelomar que hoy entrega LA VOZ de Cádiz.