AL AIRE LIBRE

Escuchan-do a mi nada

Creí ser fuerte, creí estar preparado, creí que mis heridas ya no sangrarían más. Y dime, ¿qué más da lo que yo creyese de mí si mucho más soy de ti? Fue por ello que al encontrarte en mi búsqueda me derrumbé, olvidé respirar, se paró el tiempo como ocurre al contemplar esas viejas fotografías repletas de polvo que invernan en nuestros ojos para quién sabe cuándo desempolvarlas. Allí estábamos, pues, tú y yo solos, con los bramidos del viento poniendo música a nuestra oración de palabras calladas; haciendo memoria en segundos de todo aquello, de aquel plan que pensábamos que el destino nos depararía. Allí me vi, arrodillado en tu muerte, más muerto que vivo y pese a ello tú viviendo en mi todo, creando un mundo en mi nada desterrada, inhalándome el aire de tu suspiro en mis labios secos, arrancándome lágrimas congeladas de mis dos pozos de sombras azabaches. Tú plantando tierra y hierba húmeda en mis pies vacíos, ayudándome a recuperar el compás de mi andar perdido. Allí tú y yo, tu todo y mi nada, sin saber quién muere y quién vive con un libro abierto que llevé para leerte sin poder rimar ni dos versos seguidos, y unas flores rosas como a ti te gustaban. Allí tú y yo, creando una atmósfera de sombras de recuerdos que se van sucediendo con cada nueva brisa, la misma que mueve las hojas de aquel libro abierto plagado de esperanzas y desesperanzas.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Allí quedé, si no en cuerpo, sí en alma; y hoy me veo como un absurdo fantasma sepultado, sin preguntas que hallar, sin aventuras que indagar, sin enigmas que investigar, sin amor que destrozar, sin una sed que saciar, sin pasiones que matar, sin mentiras a las que sortear sin fe a la que culpar.