ENTRE RUEDAS. Javier y Luis Miguel Domínguez en su taller de la calle Empedrada.
Jerez

Viaje al centro de una moto

Javier Domínguez y su sobrino Luis Miguel prosiguen con el antiguo negocio de taller de la calle Empedrada

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El taller conserva todavía ese olor a goma casi centenaria, a Moto Guzzi o a Mobylette de puño. Esto no es baladí si tenemos en cuenta que desde hace más de sesenta años se viene arreglando todo tipo de vehículos que tengan dos ruedas. Antonio Domínguez comenzó en los años cincuenta en el local de la calle Empedrada número 16 con el alquiler de bicicletas. Y todavía su hijo, Javier Domínguez, sigue observando cómo desarrolla la fuerza un motor de cuatro tiempos. «Esto ha evolucionado mucho. La electrónica a sustituido a la mecánica», comenta. Mientras, su sobrino Luis Miguel se afana en abrirle las tripas a un ciclomotor con gran acumulación de barro en las ruedas.

Javier lleva al frente del taller de la familia Domínguez veinte años. Es capaz de diagnosticar el mal de una motocicleta con tan sólo escuchar el runrún del motor. «La experiencia es un grado, y aunque debemos estar siempre aprendiendo de las nuevas mecánicas, yo, que estoy ya pasado de rosca, voy aprendiendo con tan sólo observando su funcionamiento», subraya.

El ciclomotor está un poco a la baja. Ahora, según comenta nuestro mecánico, es el motor de cuatro tiempos lo que se ha puesto de moda. «Incluso, creo que la moto de dos tiempos está destinada a la desaparición. Ya sabes, los nuevos motores respetan más el medio ambiente y contaminan menos. Esto ahora prima mucho», aclara Javier.

Hoy no es domingo. «Si lo llego a saber, me hubiera traído el mono de los festivos para salir más guapo en la foto», bromea el mecánico. Lo cierto es que a estos profesionales del motor a dos ruedas les gusta su trabajo. "Yo también tengo mi moto, y la disfruto cuando puedo. Sin embargo, entiendo que el motero auténtico tiene que que tener mucha afición. Para un señor que viene a Jerez desde Barcelona, como vienen muchos, es una prueba. Los riñones los traen destrozados de la paliza. Y se ven algunos que ya han cumplido los cincuenta. Esto lo hace la afición a la moto. Ser motero es una forma de ver la vida», explica.

Preferencias también existen. «De las clásicas me quedo con la Montesa y su magnífica mecánica. De las actuales, para mi gusto, prima la Yamaha por encima de las demás», concluye este conocedor de los grandes misterios internos de esas máquinas de dos ruedas y motor a las que llamamos moto. Vehículos que en estos días abundan por las calles y alrededores de Jerez.