Editorial

Alianzas socialistas

La legislatura podría comenzar, en el terreno de las alianzas, como acabó la anterior. Así ocurrirá si Rodríguez Zapatero recibe los votos de PNV y BNG para su investidura. El apoyo del nacionalismo gallego al candidato socialista resultaría coherente dado que ambas formaciones gobiernan la Xunta. La aproximación del PNV supondría la renuncia de éste al plan trazado por el lehendakari Ibarretxe, y en su defecto representaría una postura contradictoria que afectaría negativamente a la solvencia de la política socialista. El ministro Rubalcaba ha señalado que el propósito de Zapatero es fijar alianzas que le permitan saber a qué atenerse a lo largo de la legislatura. Probablemente esté entre los deseos del PSOE incorporar pasado un tiempo a CiU a esa inicial mayoría de gobierno que trata de acordar con PNV y BNG. Además, entra dentro de lo posible que dicha incorporación venga obligada por la crítica situación a la que puedan conducir al tripartito catalán las tensiones en ERC. Pero tanto quienes contribuyan inicialmente a la gobernabilidad como aquellos que se adhieran más tarde a la misma han de asumir la sentencia que emita el Tribunal Constitucional respecto al Estatut. Es el mínimo de coherencia que cabe exigir a la política de alianzas socialista.

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La posibilidad de que PNV y BNG sumen sus votos a los socialistas en la investidura adquiere especial trascendencia porque invalidaría la oferta de Mariano Rajoy de propiciar la elección como presidente del candidato más votado absteniéndose en dicho trámite para que no precisase apoyos nacionalistas. Si el PSOE se procura los escaños necesarios para asegurarse la investidura en primera votación, el Partido Popular difícilmente podrá asistir a la misma sin dejar patente su oposición votando en contra. Todo parece indicar que esta legislatura se presenta menos tensa que la anterior, empezando por el hecho de que el escrutinio del 9 de marzo no ha sido puesto en cuestión. Pero también que el PSOE continúa priorizando los acuerdos que precisa para garantizar una acción de gobierno estable frente a los pactos que pudiera alcanzar con el PP en aquellas materias consideradas «política de Estado». Será difícil que Rodríguez Zapatero pueda compatibilizar su coincidencia con BNG y PNV con el establecimiento de acuerdos básicos con el Partido Popular.