FOTÓGRAFO. Federico Abrines posa en su tienda rodeado de carteles con fotos suyas.
Jerez

Plasmador de lo efímero

Federico Abrines lleva más de veinticinco años fotografiando la Semana Santa bajo la mirada que alcanza el visor de su cámara

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La tienda de música de Abrines está que no para. Federico atiende como puede mientras de fondo se escucha la guitarra ronca de Moraíto Chico que ha llegado a la tienda a comprar cuerdas y se ha parado a probar las nuevas sonantas que han llegado.

Pero hoy no toca hablar de música. Federico, además de ser un comerciante de toda la vida, es un extraordinario fotógrafo de las cofradías. Con su cámara va de aquí para allá buscando la esquina concreta y el encuadre perfecto. «Casi siempre llevo la foto en la cabeza. Me gusta llevar un guión de antemano», dice. Le gusta disparar poco, pero cuando aprieta el gatillo es blanco casi seguro. «Luis García Paz fue quien me animó a comprar mi primera reflex. Comencé en la Asociación San Dionisio a tirar fotos en el campo, pero me di cuenta rápidamente de que lo mío eran las cofradías», agrega.

Premio Nacional de Fotografía por un impresionante cartel donde se observa a su cofradía de la Veracruz desplegada en la calle Larga, Federico ha logrado en cinco ocasiones el cartel de la Unión de Hermandades. El grito oficial que se cuelga en las paredes.

Vivencias

Este fotógrafo añade que «podría contar miles de anécdotas vividas». Sin dudar, Federico entresaca la del cartel del año 1994, cuando sufrió todo tipo de avatares para conseguir un balcón que finalmente halló en casa de Ángeles Álvarez Beigbeder. «Tenía una película de día y la noche estaba cayendo como una losa. En el momento de la foto, tuve que cambiar el carrete a toda velocidad para poner uno de noche el paso parado, yo cambiando la película, una joven invitada que venía desde Méjico y que le dio un ataque de emoción enorme, el barrio aplaudiendo al Prendimiento. Aquello fue una odisea. Un momento único. En ese caldo de emociones, con tan sólo unos segundos para disparar, no tenía más remedio que sacar una gran instantánea. Finalmente fue cartel oficial», comenta ahora emocionado Abrines.

Federico Abrines y su cámara de fotos. Todo un año para medir las luces perfectas, el hueco único para colocar el trípode. La labor callada de un hombre que, como pocos, ha sabido plasmar las maravillas estéticas de nuestra Semana Mayor.