ENTRE TANQUES. La cinta muestra como los iraquíes viven bajo el conflicto de su país. / LA VOZ
Cultura

Mohamed Al Daradji: «Es imposible poder sobrevivir sin optimismo»

El cineasta iraquí muestra el sufrimiento de su pueblo en su primera película, 'Ahlaam', que se estrena hoy

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Mohamed Al Daradji sólo tiene treinta años y ya ha vivido un doble secuestro, torturas, interrogatorios, detenciones, acusaciones y maltratos por mostrar al mundo el sufrimiento y el dolor de su país, Irak, en su primer largometraje, Ahlaam, que hoy se estrena en España.

En árabe, Ahlaam significa sueños aunque lo que vivió este director iraquí durante el rodaje en las calles de Bagdad a finales de 2004 fue «una pesadilla». Pero, según sus palabras, le ha merecido la pena retratar el día a día de Irak «desde dentro» a través de un soldado y una mujer vestida de novia que se escapan de un hospital psiquiátrico. Sus dos protagonistas, inspirados en personajes que conoció en uno de sus numerosos viajes a Bagdad, se completan con un doctor que trabaja en ese centro mental que sufre un bombardeo cuando el ejército se prepara para la invasión de la ciudad,

Omnipresente. La guerra marca este drama ambientado en la capital de Irak, país que fue invadido hace cinco años por el ejército estadounidense cuya situación está muy lejos de normalizarse. «Mañana viajo a Bagdad y el trayecto que hay del aeropuerto a mi casa no lleva más de media hora, pero como hay tantos check points tardas dos horas. Ese viaje es inseguro como mi país, pero cuando veo a mis padres y mis hermanos sonriéndome, me siento optimista. Allí todo es descontrol, confusión y caos, pero el pueblo es optimista porque, sin optimismo y esperanza, es imposible sobrevivir», expone.

Rodaje peligroso

Sin medios y con un reducido equipo que vivió en sus propias carnes la violencia que domina Irak, donde las bombas, tiros y el horror es el día a día, Al Daradji confiesa que en más de una ocasión pensó en tirar la toalla. «Pero ahora, cuando he visto cómo se ha recibido el filme en numerosos países, he sentido la fuerza y el significado de lo que hemos hecho. Dar a conocer el sufrimiento de mi pueblo era el propósito, y eso lo hemos conseguido», declara.

Ni chií ni suní, sino iraquí, Al Daradji vivió su propia película cuando filmó Ahlaam, lo que le llevó a rodar con su propia familia el documental Guerra, Dios, amor y locura, que se acaba de presentar en el Festival de Rotterdam. «Que nos secuestraran dos veces fue terrible, pero lo peor es ver los tiempos tan negros que corren en mi país, en lo que se ha convertido en los últimos cinco años».