Opinion

Principio de renovación

La reafirmación en su liderazgo protagonizada el martes por Mariano Rajoy ha desencadenado ya los primeros cambios entre quienes habían proyectado el discurso del PP a lo largo de la pasada legislatura. La confirmación por parte de Eduardo Zaplana de que no continuará como portavoz del grupo popular en el Congreso constituye el primer movimiento interno que cabía esperar del proceso de renovación interno con el que Rajoy pretende adelantarse a su segura reelección en el congreso del mes de junio. El hecho de que Zaplana haya presentado su decisión como una renuncia en beneficio de ese objetivo coadyuva a los intereses del presidente del PP. No obstante, su relevo resultaba poco menos que ineludible después de que Rajoy anunciara su propósito de continuar al frente de la formación con su propio equipo, pero también ante su determinación, explicitada a lo largo de la campaña electoral, de dar por zanjado el estilo de oposición que se articuló en torno a las ignominiosas teorías de la conspiración sobre la masacre del 11-M.

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El efecto de la retirada de Zaplana se vio realzado por la decisión de Alberto Ruiz-Gallardón de proseguir como alcalde de Madrid, sin condiciones y en correspondencia al «sacrificio» que habría realizado Rajoy al postularse para un nuevo mandato. Pero del mismo modo que el líder del PP está forzado a dotarse de un equipo con caras diferentes a fin de dotar de la suficiente credibilidad a su candidatura a la reelección, aunque sea a riesgo de apartar a quienes asumieron responsabilidades de primer orden bajo su presidencia, tanto quienes sean removidos en sus puestos como aquellos que puedan sustituirles deberán conducirse con la suficiente mesura y responsabilidad para no suscitar tensión interna alguna. Porque tan importante resulta en estos momentos para el máximo responsable del PP aplacar las disidencias como asegurarse de que sus potenciales aliados no contribuyen a alimentarlas. Aunque el principal desafío último de Rajoy no sea tanto el de rodearse de la dirección que, según ha dado a entender, no pudo conformar para afrontar las elecciones del 9-M, como el de definir un proyecto político que pueda identificar como plenamente propio y que sea asumido por el grueso de partido sin las reservas y discrepancias que afloraron en la pasada legislatura.