ESPERANZA. Fernando Alonso quiere comenzar con buen pie su segunda etapa en Renault.
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Fórmula Uno contra fútbol australiano

Melbourne recibe con su cálido encanto un deporte que no puede competir con la gran pasión de la ciudad

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A las ocho de la mañana surge una nutrida representación internacional del sureste asiático desde la estación de Collins. Por la ancha boca de metro en el músculo financiero de Melbourne brotan presurosos cientos emigrantes de Indonesia, Singapur, India, Malasia, Birmania, Vietnam, China o Bangla Desh. Van rápidos en una ciudad sin prisas, que domestica la calma hasta elevarla a nivel de categoría turística. No se adivina el estrés, no suenan bocinas, los peatones respetan los semáforos, los conductores no atropellan ciclistas. Melbourne es la capital del buen ambiente, gobernada provisionalmente estos dÌas por el rugido de la Fórmula Uno.

Cuentan los nativos que no hay problemas de integración para los asiáticos, que la segunda generación ha crecido ya en Australia sin aparente problema de marginalidad, que el país es un tradicional receptor de trabajadores extranjeros y que esa cultura ha financiado una economía potente y una convivencia natural. Dicen también algunos llegados de tan lejos que al país le falta chispa, que es demasiado político y correcto.

En estos días, tiene un ojo en el circuito de Albert Park y otro, en el comienzo de la AFL Premiership, el torneo que enloquece a los paisanos, el fútbol australiano.

El deporte cuarto y mitad de fútbol y rugby arranca la próxima semana y por la calle se habla de Fernando Alonso, Kimi Raikkonen, Lewis Hamilton o el local Mark Webber, pero también de Chris Judd, Paul Johnson, Russell Robertson o la última sensación, Gary Ahlett junior.

«Si somos el país del relax es porque nos gustan mucho las vacaciones», resume Aljaz de Glerha, un pequeño empresario australiano que regenta una tienda de material de esquí en una ciudad que ayer sacó a relucir el sol de justicia. 39 grados a las tres de la tarde. «Hay unas montañas bellísimas, llenas de nieve, un par de horas en coche hacia el interior», explica ante la paradoja.

Melbourne es el habitual punto de arranque de la Fórmula 1 cada marzo. Otra idea del inefable Ecclestone, que atrae a prensa, a patrocinadores y a aficionados con el gancho de la novedad. ¿Quién quiere perderse un estreno? Aunque este año ya ha soltado su aviso-profecía. Si la carrera no se transforma en nocturna para mayor gloria de las televisiones y los patrocinadores, la F-1 no volverá a este punto del planeta.

Marzo es un mes activo en el calendario de esta ciudad. El viejo grupo rockero Kiss se ha convertido en el impulsor del gran premio. La cadena de actividades de ocio que rodea las instalaciones es espectacular. Se han celebrado exhibiciones de surf con el reclamo de Kelly Stayer, el Beckham local de las olas.

Un no parar que distrae a los aficionados locales mientras esperan la auténtica gran cita, aquí en las antípodas. El comienzo de la temporada de fútbol australiano y el desempeño de los nueve equipos que luce la ciudad en la liga estatal.