CÁDIZ

Con la silla por las escaleras

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aría Dolores Prieto Moreno nunca se hubiese imaginado cuando se compró el piso en el año 1991 que aquellas escaleras que con tanto brío subía terminarían siendo su encierro. Hace siete años una trombosis cerebral dejó a esta viuda en una silla de ruedas con medio cuerpo paralizado y sin habla. «Un problema gordo», como recuerda su hijo Jesús Barcelona Prieto, quien se vio obligado a mudarse de San Fernando a Cádiz. El esfuerzo físico y psíquico que Jesús hace diariamente para sacar a su madre a través del calvario de las escaleras es ejemplar. «Me cuesta mucho debido a las escaleras que hay, además el ascensor es muy estrecho. El sacrificio merece la pena, lo hago para que tome un poco el aire y vea a las vecinas porque así se pone contenta», explica con pesar una vez en la calle. Luego, le espera el viaje de regreso que «aún es peor», dice.