TRIBUNA

Esos niños

Lo urgente es la lucidez. Lo urgente es la lucidez durante más de dos días y por encima de las necesidades partidarias o particulares. Es urgente reconocer en el tiempo lo que es importante y lo que es accesorio en el liderazgo político y social contra cualquier forma de fanatismo, contra cualquier forma de terrorismo. Lo importante es la determinación de que los terroristas pierdan toda esperanza de doblegarnos o de rompernos, enfrentándonos. Lo importante es la determinación de sostener las reglas de juego democráticas. Lo accesorio, ahora, es qué hicimos y qué nos dijimos. Lo relevante es saber si vamos a ser capaces en adelante de defender un modelo de Estado democrático y de derechos humanos frente al desistimiento que quieren buscar los terroristas, o frente a la rabia o el odio que quisieran provocar en nosotros, para que traicionemos, de una forma u otra, la ley.

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Escucho que Isaías tenía tres hijos y no puedo explicar lo que sé y lo que siento. No puedo dejar de pensar en esos niños, comenzando un duelo atroz en Mondragón, porque llevo cinco años acompañando a mis sobrinos en el duelo por su padre y durante cada uno de los días no han dejado de necesitarlo. No hemos dejado de necesitarlo. Es muy difícil ser víctima del terrorismo en Euskadi, casi insoportable en sitios como Andoain o Mondragón porque habrá chavales que aislarán a esos niños. Puede ocurrir que cualquier día se rían de ellos. Es así de atroz, porque hay gente encerrada en el odio que no ve a los no nacionalistas como seres humanos. Cuando no quedan en su entorno constitucionalistas, a veces, también pasan a ver a los nacionalistas de otras formaciones políticas como enemigos y los acosan. Es urgente la lucidez para determinar que es el modelo totalitario de ETA lo relevante más allá de justificaciones historicistas.

Es urgente también la lucidez y el compromiso institucional a todos los niveles para la prevención específica del odio entre los niños en muchos sitios del País Vasco y Navarra. Lo afirmo rotundamente. Sorprendí con horror más de una vez a niños en Hernani, el pueblo donde nací y crecí, que con cinco años coreaban lemas a favor de ETA. Muchas veces escuché manifestaciones con gritos de odio que traspasaban las paredes de las casas e iban eliminando el tabú humano de matar a otro ser humano. Los terroristas y su entorno se creen víctimas inocentes cuando asesinan y sus conmilitones se creen víctimas inocentes cuando adoctrinan en el odio a chavales que son casi niños. La crueldad y la culpa no existen a sus ojos porque atacan la imagen proyectada aunque asesinan a personas reales y dejan familias absolutamente devastadas emocionalmente.

Aquellos niños ya tienen la edad de los hijos mayores de Isaías, ya tienen edad de ser terroristas.

Pasan los asesinatos ante nuestros ojos y otros niños son adoctrinados hasta que se encierran en la cárcel del odio, y la sociedad vasca no reacciona suficientemente para evitar que más niños terminen siendo insensibles ante la vida de los que no piensan como les cuentan a ellos. Necesitamos evitar sangrías futuras actuando en la escuela y en las actividades de ocio y tiempo libre, y en los medios de comunicación, de verdad, con verdadero liderazgo institucional. Necesitamos fomentar la identificación con las víctimas inocentes para que ningún adolescente empuñe las armas contra sus vecinos. Lo afirmo rotundamente y espero que podamos sentirnos orgullosos dentro de poco de las instituciones autonómicas y del resto de agentes políticos y sociales. Si no es así, malditos sean, en nombre de tantos niños.



(Maite Pagazaurtundua es hermana de Joseba Pagazaurtundua, asesinado por ETA en 2003.)