INSPECCIÓN DEL LUGAR DE LOS HECHOS. Un agente mira los bajos de un coche en busca de explosivos.
ESPAÑA

«No tengo más miedo, sólo estoy enfadado»

Tres ex concejales afrontan con valentía el haberse convertido de pronto en blanco fácil de los pistoleros etarras

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FUE un bonito día de finales del verano pasado cuando el ex concejal socialista Kepa Larrea salió solo a la calle después de varios años acompañado de un escolta. Se habían consumido los tres meses de rigor que le conceden a un cargo antes de retirarle la vigilancia en casos normales; al fin y al cabo él nunca apareció en ningún papel, sólo le destrozaron una vez el coche. Kepa no se llama así en realidad, aunque ayer él insistió e insistió en aparecer con su nombre y apellido. «Ponlo, no hay ningún problema, no tengo más miedo hoy. Al contrario, la rabia te lleva a sacar pecho y tirar paalante. Sólo estoy enfadado y triste». Valentía de agradecer, pero no hay que dar pistas.

«Me acuerdo muy bien de ese primer día», dice este hombre de 49 años que ejerció cuatro como edil de un municipio vizcaíno. Pisó la acera y sintió «una mezcla de libertad y preocupación». A su lado ya no había nadie en quien descargar sus temores. «Aun así, fue una liberación», recuerda. Quizás eso sintió Isaías cuando al fin se vio solo dentro de su cabina del peaje de Bergara, después de las estrecheces de compartirla tanto tiempo con otra persona.

«Dejé el cargo por cansancio y por el agobio de llevar siempre detrás a alguien. ¿A quién le gusta ir con su pareja hablando de cosas íntimas y que haya un extraño escuchando?», se queja Kepa. Y como ya nadie se agachaba por él, empezó con la rutina que muchos vascos adoptan para mantenerse vivos: ese dejar caer las llaves junto al coche, como que esta mañana te has levantado un poco torpe; ese «mirar hacia atrás con más frecuencia», creyendo acaso haber visto a alguien alto, con barba postiza y vestido todo de negro, como el que ayer mató a Isaías... Han pasado varios meses desde entonces «y te vas relajando»; reconoce Kepa. «Hombre, no del todo, porque periódicamente los expertos nos aconsejan estar en guardia».

«Dejar la escolta»

La muerte de su compañero de partido volvió ayer a prevenirle contra esa falsa sensación de libertad. «Al oírlo me he quedado de piedra. Yo conocía a ese chico, a Isaías, porque era de UGT, aunque hacía mucho tiempo que no teníamos contacto. Pero sé que él también era de los que tenían ganas de dejar la escolta, incluso más que yo, y eso que él vivía en Mondragón... Mi zona es más tranquila».Asegura que no piensa en volver a tener escolta: «Lo que no voy a hacer es presionar a mi partido con lo de la protección, ahora lo que hay que hacer es apoyarlo. Por eso sólo pienso en ir a votar. Hombre, también les diría que no se olvidaran de nosotros, pero es insostenible económicamente que nos den escolta a todos. No sé, habría que buscar alguna fórmula nueva de vigilancia...».

Dice Kepa que el paso dado ayer por ETA es «lógico porque no tienen escapatoria. Todos sabíamos que esto iba a ocurrir antes de las elecciones. Matar es sencillo y sin escolta somos mucho más fáciles». Seguro que Isaías también pensó esto dentro de su cabina, sin imaginar que ya no volvería a ejercer su derecho al voto.

Rafael Carriegas fue concejal del PP en Barakaldo desde 1995 hasta 2007. Tiempo suficiente para que cualquiera desee dejar atrás el seguimiento. «Me lo replanteo cada día, pero cada día me recuerdan que no puedo salir sin ellos». Él conoce bien cómo se las gasta ETA; los terroristas asesinaron a su padre, Modesto, en 1979. «Desde entonces -dice Rafael- han matado a casi mil personas y siguen con su ceguera. Y ahora van y acaban con este señor desvalido que estaba en su pueblo y cuyo pecado era haber ocupado un puesto de responsabilidad en el ayuntamiento. Esto es insostenible. Pero volvemos a lo de siempre, van a por los más fáciles, las personas con protección somos más complicadas de asesinar y, al fin y al cabo, el eco va a ser el mismo...» .Lejos de achantarse, Rafael aconseja ver las cosas con perspectiva: «Han muerto infinidad de personas de todo tipo sin cargos, policías, concejales, funcionarios, guardias civiles...., Y no podemos poner escolta a todos los ciudadanos, porque estos acabarían matando a la madre de, a la hija de... No podemos centrarnos en el análisis de los ex concejales».

Asegura que no tiene hoy más miedo que ayer, «pero no por ser un valiente sino porque llevo conviviendo con él diez años... Tengo mis ángeles de la guarda, me acompañan a todas partes y en ellos delego mi temor. Y no te voy a ocultar que esta mañana (por ayer) al enterarme de la noticia no he pensado lo de podría estar yo ahí. Sobre todo cuando me acuerdo de mi padre y al leer que Isaías era de mi edad y que tenía un crío pequeño como yo, me he visto en un espejo, pero sería igual si hubieran matado a un juez».

El año pasado, cuando dejó la concejalía, Rafael se puso de plazo hasta diciembre para dejar atrás a sus escoltas. «Pero llegó diciembre y dije que lo haría este verano. Ahora, con lo de Isaías, me aseguran que es imposible dejarlo porque soy una persona de alto riesgo... Fíjate, dejé la política para que mi hijo no sufriera lo que yo pasé con mi padre y ya ves. Pero también te digo que mañana volveré a plantearme de nuevo que no puedo seguir viviendo con escolta por haber sido lo que he sido».

Cambio de ruta

Miguel Ángel Echevarría, del PP, fue hasta hace unos meses teniente de alcalde del Ayuntamiento de Vitoria. Se jubiló pese a que había salido reelegido hasta 2011. 29 años de político, 16 de ellos con escolta. Ha salido en las noticias varias veces, dos de ellas porque le quemaron su tienda de confección. «Claro que se me ha pasado por la cabeza dejar los escoltas, pero como he aparecido siempre en todos los papeles y como me han quemado la tienda, la gente que se ocupa de esto te dice que no puedes».

«De repente, me han dicho los escoltas, Vaya, tenemos que cambiar urgentemente de ruta, han atentado contra un ex concejal. Y ahí es cuando se me ha puesto este dolor de cabeza que no hay quien lo quite. Fíjate, este chico, como era más fácil... les da todo igual». Como teniente de alcalde, se ocupó en el Ayuntamiento, entre otras cosas, de la policía: «A veces venían los agentes y contaban que fulanito les había dado esquinazo. Yo le llamaba y le decía por favor, no nos lo hagas más difícil; pero hubo gente que no lo pudo soportar y lo dejó. Entonces se empiezan a sentir libres, pero es una sensación falsa, no lo somos».

Con 65 años, ya está cansado. «Tengo que aprender a relajarme, pero ¿cómo hacerlo así, si mis nietas me preguntan cada día quiénes son esos que nos siguen siempre? Y piensas en dejar tu ciudad porque quieres vivir, pero también te preguntas por qué has de dejar tu tierra. Pues porque quieres vivir».