May del Pilar antes de una de sus actuaciones. / LA VOZ
MAY DEL PILAR BAILAORA

«'Torear' en el mundo del flamenco es muy complicado»

El destino tiene soluciones lógicas para casi todo. Vallisoletana de nacimiento y de padre gaditano, May del Pilar (1977) nació «bailando» en el seno de una familia de toreros -su abuelo era Víctor Domínguez, tío de Roberto- . Los designios solucionaron la ecuación poniéndola a torear en un escenario. Así llega a Cádiz (esta noche en la Merced), para poner en pie su espectáculo Toros, flamenco y sus misterios, un particular homenaje a Manolete en la que ella misma toma muleta y capote ante el público.

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-¿Es cierto que el flamenco y los toros se parecen tanto?

-Técnicamente son distintos, está claro. Pero los unen muchos aspectos espirituales. Los toros y el flamenco están en comunión. Lo que me inspira un torero me hace crear y manifestar mis dos pasiones, lo que yo soy.

-Torear es más peligroso.

-Depende. El torero arriesga la vida, pero el bailaor arriesga dándole un sitio a lo que siente, que es muy difícil también. Como en el toreo, se mueven en un mundo de celos, de envidias... Y hasta que ganas un duro pasa mucho tiempo. Torear en el mundo del flamenco es muy complicado.

-¿Por qué no se hizo torera?

-Una vez me puse delante de una becerra y me di cuenta que había emociones que no se podían desarrollar porque estaba ante un ser vivo y dependía de él. Eso limitaba.

-¿Por qué Manolete?

-Desde pequeña me impactó cuando lo vi en televisión con ocho años. El primer libro que tuve fue sobre su vida y cuando actué por primera vez en Córdoba, me llevaron a ensayar a la taberna donde él tomaba un solysombra antes de torear. También participé en su película... Estamos unidos.

-¿Qué tenía distinto?

-Un magnetismo especial, era carismático hasta andando, con un misterio propio, algo oscuro en la mirada, que lo llevó a la muerte. Me atrae su alma.