A LA GUITARRA. Diego Carrasco contribuyó al éxito del espectáculo con su talento. / TAMARA SÁNCHEZ
El tándem

Flipando en colores

Ahora que se va acercando el final del Festival voy a compartir con ustedes una serie de escenas vividas durante el mismo por este Fígaro de vía estrecha. De haber sucedido todas, como las voy a narrar, en el mismo día, podrían pensar los lectores -yo mismo no tendría dudas- que servidor se habría desayunado un bocadillo de tripis o almorzado tres pitillos de maría.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Si no fuera porque Jerez, en cuestión de situaciones extravagantes, me tiene curado de espanto, lo que les voy a contar parecería un delirium tremens soñado con la paleta surrealista de mi compañero de tándem. Si no, miren la ilustración de abajo.

A ver si no es para menos compartir un cuarto de cabales en El Arriate con los críticos de flamenco del Festival más o menos cantando, más o menos tocando y yo bailando bastante menos que más. Y no, no voy a dar nombres, que este año estoy siendo de lo más discretito.

Total, que salgo de la calle Francos, tiro para la plaza de Santiago, entro en lo que fue de Paco Lechuga y me encuentro al sargento Calahorro, a Jeannette cantando Yo soy rebelde y a mí con dieciocho años entrando en el Pub Virginia de Icovesa. Me acerco a la barra y, efectivamente, es Calahorro que ya es comandante, es su Pub Virginia ahora en plena plaza de Santiago, Yo soy rebelde sigue sonando... y yo sigo teniendo, en fin, la edad que tengo. Me tomo una copa con Calahorro, que me cuenta su empeño en recuperar un clásico de la noche jerezana.

Salgo del Virginia y decido acercarme a lo de Diego Carrasco y me lo encuentro de charleta con Fernando de la Morena y Moraíto. Los críticos flamenqueando y los flamencos de tertulia, y por medio Regreso al futuro V con Cecilia y su puñetero ramito; ya está bueno lo bueno, así que decido retirarme a mis aposentos.

A la mañana siguiente me arrimo a Santiago a por tabaco y, según voy llegando al estanco por Juan de Torres, se va escuchando una saeta demasiado nítida para venir de una radio. Me asomo a la pescadería y veo a Joaquín El Zambo calentando motores para Semana Santa. A la vuelta El escalichao con chandal y abanico me da el coñazo un ratito. Parece que vuelve la normalidad.