Un viaje distinto por Santana Motor

Una sonrisa pícara que contiene ante la cercanía del invitado. «Yo fui a Sevilla a tirarle huevos y ahora acabo de darle la mano». La confesión la hace un empleado de Santana Motor, en Linares. Una empresa que se puso en pie de guerra en 1994 para intentar frenar su cierre. Sus empleados vivían en una especie de ataque de nervios permanente. Una histeria que mitigaban ha-ciendo sonar silbatos en todos los mítines que protagonizaba Manuel Chaves, entonces como hoy, candidato a la presidencia de la Junta por el PSOE-A.

Chaves se dio ayer un paseo triunfal por las instalaciones de esta empresa, que hoy albergan plantas de producción de vehículos, pero también de trenes de cercanías o vagones de metro -los de Málaga y Granada aún están en capilla-.

Chaves se preocupa por sa-ber, sobre todo, qué nivel tecnológico andaluz hay en cada zona de esta planta que se va ampliar para construir trenes de alta velocidad. Una de cal y otra de arena. Como si de un regreso al pasado se tratase, los pitos que no sonaron en Linares lo hicieron Úbeda. ¿El motivo? Otro problema laboral, aunque en este caso de los policías locales de esta ciudad que, desde hace ocho meses, tiene un alcalde socialista.

Hay caballos de batalla que saltan en todas las poblaciones donde se detiene la caravana socialista. A los latiguillos, a veces, los carga el diablo.

Manuel Chaves inventa en Martos cinco maneras de llamar a una europarlamentaria del PP que afirmó, para pesar de Javier Arenas, que los niños andaluces eran poco menos que analfabetos, aunque rectificó esas declaraciones unas horas más tarde. «Compañera Matas, Ma-tos; se llame Mata o Mota o Meta, cómo es...».

El presidente andaluz salió airoso de un olvido. Ana Mato, que así es como se llama la autora de estas afirmaciones, fue la protagonista del resto de la jornada. «Mato va a coger la moto», para irse por los cerros de Úbeda, le faltó decir a Gaspar Zarrías en esa ciudad.