Editorial

Irrupción etarra

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l artefacto colocado por ETA junto a las instalaciones de telecomunicación ubicadas en un monte cercano a Bilbao vuelve a demostrar que su intención no es otra que matar. El hecho permite confirmar, además, que los terroristas intentan asesinar antes de que se celebren las elecciones del 9 de marzo, y que uno de sus objetivos más insistentemente perseguidos son los agentes de la Ertzantza. La irrupción de la banda en plena campaña encierra un doble mensaje. Por una parte, ETA trata de amedrentar a la sociedad y coaccionar a las formaciones que concurren a los comicios dejando clara su voluntad de perpetuarse en el terror. Por la otra, se dirige a quienes hace tres días recibieron por intermediación de los dirigentes de la izquierda abertzale ilegal la consigna de abstenerse activamente el domingo electoral, para rubricar con una bomba el sentido último de la orden dada por quienes empuñan las armas. Lo ocurrido no es un incidente menor, tal como pareció dar a entender ayer la poca relevancia que el atentado frustrado tuvo en una jornada con tantos mítines y comparecencias públicas. La condena coincidente no es suficiente para afrontar la amenaza de una ETA que, aun estando sumamente debilitada, puede llegar a infligir un terrible daño. Antes que nada, y especialmente tras la bomba de Bilbao, es imprescindible que los candidatos se abstengan de utilizar la política anti-terrorista como tema de confrontación electoral. Pero más allá de tan necesaria contención verbal, partidos e instituciones han de transmitir a la ciudadanía un mensaje coincidente de firmeza frente a las pretensiones terroristas de negociar políticamente, y de confianza en la solidez de las bases e instrumentos del Estado de Derecho para prevenir, perseguir y, finalmente, acabar con ETA. No es casual que los terroristas intenten ensombrecer la fiesta democrática que representan siempre unas elecciones. Actúan así porque nada hay más contrario al fundamentalismo terrorista que la libre expresión de la voluntad ciudadana. La sociedad vasca y el conjunto de la sociedad española cuentan con una oportunidad que no pueden desperdiciar para plantar cara a ETA participando masivamente en los comicios generales.