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Cambiar sin derogar

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odo indica que un partido se esmera realmente en elaborar un programa electoral sólo cuando está en la oposición y cuenta con serias opciones para acceder al gobierno. La tarea desarrollada en el Partido Popular bajo la dirección de Juan Costa es su más reciente muestra. Lo más significativo de dicho programa es que el enunciado de sus numerosas propuestas describe a la perfección el sentido del «cambio urgente» que ayer preconizaba Mariano Rajoy. No habla de «derogar» o «suprimir» más que la Ley del Vino, Educación para la Ciudadanía y el canon digital. Mientras que abundan los verbos «impulsar», «fomentar», «elevar», «mejorar», «priorizar» o «elaborar». Y las reformas, modificaciones o revisiones legales que contempla explícitamente el programa del PP se refieren tanto a normas promulgadas durante estos últimos cuatro años como a otras que también estaban vigentes con Aznar. En la redacción del programa el «cambio urgente» trata de aparecer como un «cambio tranquilo», en un tono coincidente con el que Rajoy está empleando estos últimos días. Sólo las propuestas referidas al fortalecimiento del Estado podrían inducir efectos reactivos en caso de que los nacionalistas se detuviesen a sopesar su indudable calado. En lo demás, los redactores del programa popular eluden detenerse en deshacer la herencia recibida de Rodríguez Zapatero. Sin duda porque prefieren realzar sus propósitos que tomar en consideración la última etapa socialista. Pero también porque, a pesar de que la liza electoral extreme las diferencias ideológicas, la política española discurre por un amplio cauce de diagnósticos e intenciones compartidos.