A LAS URNAS. Un anciano es trasladado en brazos para poder votar en la localidad de Multan. / AP
MUNDO

Pakistán vive una jornada electoral sin atentados y bajo la sombra del fraude

Los enfrentamientos violentos entre seguidores de los diferentes partidos causan 19 muertos

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La madre de todas las elecciones, como ha sido bautizada por los medios locales paquistaníes, se celebró con más tranquilidad de la esperada. Sin embargo, diecinueve personas perdieron la vida en diferentes altercados registrados a lo largo del país, según la cadena nacional de noticias GEO, todos ellos relacionados con choques violentos entre seguidores de diferentes partidos. Ni suicidas, ni coches bomba. La oleada de violencia que asoló la campaña electoral desde su inicio y que obligó a retrasar los comicios tras el asesinato de Benazir Bhutto, no estuvo ayer presente en las calles del país muslmán.

Los colegios electorales cerraron sus puertas a las cinco de la tarde e inmediatamente después se inició un recuento de papeletas que se alargó durante toda la noche. La Junta Electoral tiene previsto hacer públicos los resultados a lo largo de la jornada de hoy y en ese momento se resolverán las dudas sobre un proceso electoral en el que los tres principales partidos del país se consideran claros favoritos.

El clima de violencia y la presunta manipulación de los resultados fueron los grandes protagonistas de una jornada con más participación de la esperada en las grandes ciudades y en la que los grandes líderes fueron madrugadores a la hora de votar. El presidente Musharraf lo hizo en Rawalpindi y declaró estar «dispuesto a trabajar con el partido ganador y con el primer ministro que salga elegido», ya que «es la hora del diálogo y del entendimiento».

Su llamamiento a la reconciliación parece lejano a los planes de Ali Zardari, viudo de Benazir Bhutto y actual dirigente del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), que votó en la provincia sureña de Sindh. Y más lejano aun del ex primer ministro Nawaz Sharif, máximo representante de la Liga Musulmana Nawaz (PML-N), quien mientras introducía su papeleta en una urna de Lahore hacía el gesto de la victoria. Estas tres personas y sus partidos tienen el futuro del país en sus manos y de su entendimiento o distanciamiento dependerá el la estabilidad en Pakistán.

Miles de observadores

«El nivel de violencia ha sido totalmente asumible para una sociedad acostumbrada a convivir con graves incidentes. Aquí todo el mundo va armado y las víctimas se han producido por reyertas políticas, han sido choques previsibles», comentaba un diplomático americano que siguió la jornada desde la capital. «No ha habido atentados, pero la amenaza ha hecho que la participación sea menor de lo que podría haber sido en condiciones normales», lamentaba Mohamed Umar, observador de la organización estadounidense Patten, en un colegio de Islamabad. Más de 10.000 observadores y periodistas extranjeros se desplegaron por todo el país para seguir esta cita con las urnas y su presencia fue especialmente visible en Islamabad y Rawalpindi.

El dispositivo policial y militar a lo largo de los 64.000 colegios electorales del país también pudo ayudar a que los niveles de violencia no fueran muy altos. «La gente lleva cinco años sin votar y tiene ganas de ejercer este derecho, por eso se ven estas largas colas en los colegios», apuntaba Anjun Qazi, interventor en un centro de Rawalpindi, donde a primera hora de la mañana un ladrón se llevó 67 urnas de plástico a su casa y hubo que reponerlas.

Superada la jornada crítica de la cita electoral, se inicia la segunda fase para este país, gran aliado de Estados Unidos en la región, y cuya estabilidad interna es considerada estratégica para una comunidad internacional que teme que las continuas crisis en Pakistán provoquen que su arsenal nuclear caiga en manos de los grupos radicales que operan en la frontera con Afganistán.