Cádiz C.F.

Natalio y el viento empujan al Cádiz

El valenciano adelanta a los suyos tras un error de Ardouin y sentencia en la segunda parte con una contra Los tres refuerzos dan otro aire al once de Calderón

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Quién le hubiera dicho al Cádiz que ese fuerte de viento de Levante que no le ha dejado entrenar con normalidad a lo largo de toda la semana le iba a abrir las puertas de una victoria tan importante como necesaria. Entre el viento, la lluvia y Natalio, que ayer empujó del Cádiz como nadie, consiguieron el primer gol cadista para regocijo de una afición que no se apiadó del portero alavesista Ardouin. El guardameta, no acostumbrado al clima de la Bahía gaditana, se tragó un balón que bajaba de las nubes y que recogió con gusto Natalio para subir el primero al marcador. Corría la media hora de partido cuando el Cádiz se adelantaba en el marcador. Pero antes ya había avisado en un par de ocasiones a un rival que dejó claro por qué se encuentra luchando por la permanencia.

Como acostumbran en casa, los de Calderón salieron con muchas ganas aunque escasitos de ideas. Los tres fichajes -muy batalladores durante todo el choque- dieron frescura y un aire diferente al ataque amarillo. Bangoura tocaba con sentido todo balón que le llegaba. Kosowski aclaraba el panorama en cada acción que participaba. Y Natalio, bueno, lo de este chaval merece un capítulo aparte.

Ha tardado en llegar pero el cable que ha echado desde Almería Alberto Benito está comenzando a dar sus frutos. Natalio ha asumido el liderazgo de un equipo que añora a Lobos pero que cada vez más confía en el desparpajo del valenciano. Ayer, volvió a cargar de razones a sus compañeros para que sigan viendo en él el referente de una delantera que también ha ganado con la llegada del polaco y del guineano.

Las ganas iniciales de los locales se fueron agotando a medida que el Alavés extendía sus posiciones. Los vascos fueron los primeros en avisar con dos llegadas a los dominios de Contreras que vio cómo primero Jairo disparaba alto al finalizar una contra y después cómo Sergio tiraba una falta que se iba rozando el larguero pero sin acarrear peligro alguno.

Estos dos ataques sirvieron para espolear a los de Calderón. Kosowski, el más vivo de los amarillos, sacaba rápido un saque de banda pero Natalio no encontró rematador tras hacerlo todo bien menos elegir el destino de su pase.

La grada se animaba al ritmo que el Cádiz seguía cercando al Alavés. Dos fueras de juego dudosos (uno a De la Cuesta tras cabecear atrás a Bangoura y otro al guineano después de un buen pase de Gonzalo Vicente) y un cabezazo al travesaño de Fleurquin fueron el preludio al gol de Natalio. Una jugada que nació de las ganas de Gonzalo Vicente para hacerse con un balón. El charrúa cedió a Gustavo López que envió un melón envenenado por el viento al área alavesista y que Natalio cabeceó a las mallas.

De ahí hasta el descanso, el Alavés despertó de su letargo con un par de jugadas que desbarató la defensa cadista. En el umbral del descanso, Natalio volvía a llevar el nerviosismo a la zaga vasca tras un buen pase de Gustavo López que el valenciano, tras un par de recortes, no acabó con igual maestría al no encontrar un pase claro.

El Cádiz volvía a irse al descanso con victoria en el marcador. Muy reciente estaba lo de Salamanca para que se volviera a repetir. Pero esta vez, los de Calderón le echaron oficio y en ningún momento dieron un paso hacia atrás sino todo lo contrario. Con el sostén que da tener a Fleurquin y Diego Rivas en el centro del campo, Calderón dio libertad de movimientos a sus atacantes que no tardaron en darle la razón. Tras un robo de balón, Natalio buscó el espacio libre para encabezar una contra que acabaría en el segundo tanto cadista. El valenciano, aunque algo tardón en el pase, corrió velozmente hacia el marco contrario con la idea fija de ceder al desmarcado Bangoura. Éste resbaló en el momento más inoportuno pero el balón fue recogido de nuevo por Natalio para que con la ayuda de Lacen consiguió llevar el balón a las mallas.

De ahí hasta el final, el Cádiz pudo conseguir algún otro gol pero prefirió controlar con seriedad un partido antes que avivarlo desinteresadamente. En definitiva, tres puntos para la tranquilidad en un momento en el que la tensión se había apoderado del vestuario.