Cartas

Reflexiones por escrito

Uno acostumbrado al navajeo, ambición y deseos de protagonismo en no pocas ocasiones y no sólo en los últimos tiempos en diversas opciones políticas, se reafirma en la postura de quienes jamás anhelamos militar en ellas, quizás los excesivos deseos de absoluta independencia nos lo impida, desde el más escrupuloso respeto hacia quienes sirviendo al pueblo y no sirviéndose de él, desempeñan su militancia desde la ética que les demanda el pertenecer a un siempre deseable estado de derecho, lógico en toda temporada.

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Es deplorable que desde ámbitos que han de irradiar concordia y objetividad, se oigan estridentes y agoreras soflamas que conculcando explícitamente la libertad de expresión, a través del sectarismo en modo alguno siembran el anhelado sosiego en España.

¿Cuanta razón tenía Albert Camus al decir: «Unos hacen la historia y otros la sufren»! Ahí está la oprobiosa vulneración de los más elementales derechos humanos de las personas hacinadas en Guantánamo, y todo promovido por un país que en ocasiones ha sido denominado como «la cuna de la democracia»! ¿Qué mano más siniestra mece esa cuna! ¿Qué hacen los organismos internacionales para evitar este tipo de gravísimas situaciones, -entre muchas-, que en el siglo XXI siguen teniendo lugar?

¿Qué evidente sarcasmo cuando en el presente año, van a cumplirse seis décadas de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre!

La historia da buena cuenta de adónde llevó a muchos países denominado populismo, desempeñado por algunos personajes, más de uno por cierto respaldado por unas elecciones. Sí siempre, a la auténtica democracia, ¿no a la demagogia de los falsos profetas! Hay que saber distinguir las voces de los ecos, en palabras de Don Antonio Machado.

Un importante personaje político español de izquierda de la segunda mitad del siglo XX dijo: «Los políticos hacen promesas durante el periodo preelectoral que saben que luego no van a poder cumplir».

En el sesenta aniversario del asesinato de Ghandi por el siempre abominable fanatismo, vaya para él y para todos los sembradores de paz durante siglos mi gratitud y reconocimiento. «No hay camino para la paz, la paz es el camino».

Javier Díaz. Cádiz