TRIBUNA ECONÓMICA

Sotheby's, Christie's, eBay... No son las elecciones españolas 2008

e Ya una vez salió el fantasma de Romanones a pasear por el hemiciclo debido a un agrio debate parlamentario con acusaciones de caciquismo. A España le han puesto precio y es disputada por personas ávidas de poder, dispuestas por conseguirlo a lo que sea.

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Coincidiendo con el período de rebajas, el proceso electoral desencadena el ímpetu de los políticos metidos a subasteros. Los compromisos adquiridos por este gobierno benefactor, abarcan un amplio espectro de la población, desde los más jóvenes hasta los más mayores. Es todo un derroche de corazón. Ahora me explico por qué el corazón está en la izquierda del cuerpo humano. Pero ese órgano sin cabeza, puede situarnos en la creencia consistente en que el dinero público no es de nadie, expresión utilizada por la otrora Ministra de Cultura.

Ahora el fantasma que ha revoloteado durante toda la legislatura, se presenta en todo su esplendor, dejando en ridículo sus orígenes. El señor Conde pensará que lo suyo era de auténtico aficionado cuando actuaba en su doble condición de pícaro y cacique. Ahora se promete una lluvia (que no de agua) de subvenciones, desgravaciones fiscales, ayudas directas y hasta un cheque de 400 euros. Que grande es el corazón de tan noble y bondadoso gobernante que reparte entre sus súbditos, no su dinero, sino sus propios dineros, porque efectivamente éstos no es que no sean de nadie, sino todo lo contrario, son de todos. Por ello me pregunto, ¿por qué lo he tributado previamente? Algo más claro, ¿por qué me lo han quitado con anterioridad si no existía la necesidad de su utilización por la Hacienda Pública? Mi respuesta: lo que procede es racionalizar y maximizar la utilidad del dinero de todos los contribuyentes a través de decisiones de política económica eficientes y eficaces. O sea, respetar al ciudadano en resumidas cuentas, gobernando desde la racionalidad y en aras del interés general.

Vinieron los Reyes Magos y fue desaparecer su estrella en los confines del cielo, la puja empezó en una subasta a la baja, como en las lonjas pesqueras, que se hace interminable. En un primer momento me tranquilizo cuando escucho en la radio al Alcalde de Baracaldo a colación de los 400 euros. Discierne entre «compromiso y promesa electoral», apostillando que en época de elecciones no hay que creer las cosas en su literalidad. A continuación, el estado de tranquilidad derivó en auténtico estupor.

Nuestros políticos debieran aprender del que fuera presidente norteamericano C. Coolidge que ya decía en aquel entonces, que recaudar impuestos para gastos públicos que no estuvieran suficientemente justificados, suponía una situación de latrocinio institucionalizado. Es evidente que lo recaudado previamente que posteriormente se devuelve (los 400 euros), es que no estaba suficientemente acreditado su necesidad... y a buen entendedor pocas palabras bastan, dice nuestro refranero. Ya que hablamos de un presidente norteamericano, por qué no hablar de otro, al que sin duda ha pretendido copiar el nuestro, a pesar de haberlo tildado de neoconservador. La Administración Bush decidió actuar en el corto plazo, complementando la política de bajada de tipos por la Reserva Federal con incentivos fiscales y ayudas directas a la población con rentas bajas y con el establecimiento de baremos correctores en función del número de hijos, con la finalidad de facilitar el pago de las hipotecas y posibilitar el mantenimiento de unos niveles mínimos de consumo. Estas sí están diseñadas para beneficiar al segmento de la población que sufre sin paliativos los efectos de la crisis. Sin embargo, «nuestros 400», benefician fundamentalmente, al menos en cuanto al número, a los sectores de la población que «menos» lo necesitan, excluyendo desde luego a los perceptores de rentas por debajo del mínimo exento.

Existen al menos cuatrocientas (400) razones, que me hacen pensar en la absoluta falta de sistemática y racionalidad de nuestro gobierno en la organización y dirección de una política económica coherente y con las miras puestas en ser una auténtica potencia económica que además redunde en beneficio de sus administrados. La anticipación de la oposición en lanzar la estrategia fiscal del programa electoral, ha descolocado al gobierno que lanza una propuesta calificada por casi todos de demagogia y caciquil, con la única intención de la compra de votos con cargo al erario público. Pero hay algo ahora que lo hace distinto de la conducta de Romanones. Este actuaba a hurtadillas y el «precio» lo descomponía en un antes y un después de la contienda electoral. Otorgaba una cantidad previa a la contienda electoral y como buen pícaro estaba al acecho cerca de las urnas para asegurase su «inversión», la otra la pagaba según resultados y por lo tanto una vez terminado el proceso electoral. En la actualidad se hace a pecho descubierto y sin ningún tipo de pudor. Además se condiciona su cobro única y exclusivamente a la victoria en la contienda electoral.

La subasta contempla un lote con obligaciones sujetas a condición. Al subastero se le olvida que las necesidades de los ciudadanos existen en cualquier caso, y que las soluciones para aliviarlas, que son el auténtico objeto de la política económica, deben instituirse cuando procedan para el bien de la colectividad y nunca como reclamo de unas elecciones y a condición de ganarlas. No es el único ejemplo llamativo. Hace años, la guapa política belga Tania Derveraux, líder del partido antisistema NEE, prometió mantener relaciones sexuales con todo aquel que le votase, aunque es verdad que puso un tope, el de 40.000 personas. Salió elegida (la votaron 100.000) e hizo lo que hacen casi todos los políticos, no cumplir su promesa. Ya lo decía Tierno Galván, «las promesas electorales están para incumplirlas». Al menos la guapa belga era absolutamente respetuosa con el erario público. Ya es hora de que nuestros políticos cuando adquieran compromisos o prometan se obliguen ellos mismos y no ahonden más el agujero de la Hacienda Pública.

Que curioso, lo que se promete empieza por cuatro (400, 40.000...) y cuatro fueron los calificativos para definir la propuesta de los cuatrocientos por un Diputado de CiU: «electoralistas, perverso e inmoral y que además va en la dirección de la compra de votos», propuesta que en términos parecidos había hecho su grupo parlamentario meses atrás y que había sido desechada, justificando ello el Ministro de Economía en la inconveniencia de adoptar medidas de choque como respuesta al repunte temporal de la inflación.

La casa de subastas en la que se ha convertido el gobierno, debe aleccionar al subastero o subasteros, para hacerles partícipes de la recomendación de los empresarios españoles que se muestran atónitos con el espectáculo. Su presidente, Gerardo Díaz Ferrán sólo pide como lote subastable algo simple y cargado de raciocinio «un marco adecuado para poder desarrollar su actividad y para poder seguir creando riqueza y puestos de trabajo». Y ahora mi recomendación Sr Presidente del Gobierno: «no gobierne a salto de matas según ocurrencias y restrinja hasta el infinito su voluntarismo. Solo así, este mes llegaremos a su final y sobre los demás meses esperemos poder decir, también en este hemos llegado a fin de mes».